Capítulo 28.

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Andrea.

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-Me sabe tan mal dejarte sola en casa. -miré a Lizeth triste.
-Tranquila, es sólo un fin de semana. -rió y me abrazó. -Disfruta, y prepara el dinero para mi billete. -susurró en mi oido y reímos levemente.
-Nosotros la cuidamos -la abrazaron Álvaro y Blas.
-Me fío de vosotros entonces. -reí.
-¿Nos vamos? -volvió Carlos de dejar las maletas en el coche.

**

Estaba demasiado nerviosa. ¿Y si las cosas no salían bien? ¿Y si se daban cuenta de que Carlos y yo para nada éramos pareja?

Llegamos bastante rápido para mi gusto y Sofía prontamente se fue a saludar a todo el mundo dejándonos solos.

-¿Qué pautas tengo que seguir para ser un buen novio postizo? -bromeó Carlos para relajar el ambiente.
-Comportate normal, y ni se te ocurra darme un beso más allá de la mejilla, porque podría cruzarte la cara y que todo se fuese al traste.
-Eres la novia más agresiva que podía haberme tocado, pero tranquila, no pondré en juego mi cara. -dijo sin poder parar de reír algo que me causó bastante gracia.

Estábamos riéndonos a carcajadas por cualquier tontería y se nos acercó mi amiga Noelia. Menos mal que nos cojía así y no diciéndole que le iba a cruzar la cara.

-Cuánto me alegro de verte An, estás guapísima. -me abrazó.
-Vaya, gracias. Tú también estás genial. -nos separamos y miró a Carlos con una amplia sonrisa. Aquí empezaba todo. -Mira, él es Carlos.

Se saludaron y entramos a la finca de la casa rural para más presentaciones y reencuentros con mis amigos, echaba demasiado de menos a muchos de ellos.

-Hacéis tan súper buena pareja. -dijo la novia de un amigo del colegio.
-Gracias. -dijo Carlos con una sonrisa mientras me cogía de la cintura. Mírale que amigable era con todo el mundo cuando quería.

Una vez se hizo de noche todos nos sentamos alrededor de una pequeña hoguera y nos contamos anécdotas de bastante tiempo atrás. La gran mayoría se fueron a dormir pero Carlos y yo decidimos pasear un poco, puesto que aún no teníamos sueño.

Llegamos a la piscina y Carlos se acercó al borde, decido que le voy a empujar ya que dice que el agua está buena, pero antes de que pueda hacerlo él se tira con ropa incluida.

-¿Qué haces? Estamos a 16 de enero, mañana vas a tener tal resfriado que ni moverte vas a poder. -reí.
-No pasa nada, ven está buena.

Me senté en una de las tumbonas más alejadas para que ni se le ocurriese salpicarme.

-Me voy, hace demasiado frío. -grité para que me oyese.

Iba caminando hacia la casa cuando el idiota que tenía por amigo me abrazó por detrás.

-Joder Carlos, qué frío. -reí.

Entramos ahora los dos mojados y en silencio para no despertar a nadie llegamos a la habitación, nos cambiamos y nos dispusimos a dormir.

Acababa de conciliar el sueño cuando los estornudos y la escandalosa tos de Carlos me despertó.

Me incorporé y encendí la luz de la mesilla frotándome los ojos.

-¿Qué te pasa?
-Me he resfriado. -rió.
-Te lo dije. -posé mi mano en su frente. -Tienes hasta fiebre, si es que eres imposible. -negué.
-Y eso me hace especial. -sonrió con autosuficiencia.
-Especialmente creído. -reí levantándome para ir a por una pastilla, así al menos me dejaría dormir.

Los rayos de sol entraban por la ventana y me giré abriendo los ojos. Vi que Carlos seguía dormido e inconscientemente me volví a dormir acurrucándome a su lado.

-¡Bú! -un gritó en mi oído hizo que me despertase sobresaltada.
-Qué haces, no me grabes capullo. -tapé mi cara con las dos manos.
-Tranquila, sólo te están viendo 458 personas a través de un younow. -rió.
-Para. -reí yo también. -Grábame al menos cuando me peine.
-A ver, ¿queréis que se peine o preferís verla así? -preguntó divertido a la gente que le vía. -Mira, dicen que así estás bien.
-Déjame que lea, a ver. -me acerqué al móvil.
-Bueno, ya habéis visto a mi amiga recién levantada, y con pelos de loca, lo que es básicamente. -se burló riendo.
-"Qué buena pareja hacéis" -leí en voz alta. -¿Yo y este? Cómo puedes pensar eso si él está hecho para morir rodeado de gatos. Ni para tener pareja serviría.
-En eso estoy totalmente de acuerdo. -rió.
-Qué trancazo tienes hijo, menos mal que te avisé. -desvié el tema inconscientemente. -Vuestro ídolo es tan idiota que anoche a cosa así de las doce se metió en la piscina, sí, un 16 de enero. Define normalidad. -hablé a sus fans.
-Ya me encuentro mejor. -sonrió triunfante. -Bueno, ahora que os he saludado y he conseguido mi objetivo que era que viérais a Andrea sin peinar nos vamos a desayunar que tengo hambre. Adióoooooos. -nos despedimos.

Abrí la ventana para que entrara el aire.

-Por cierto, ¿cómo osas llamarme idiota delante de esas más de 400 personas? Eh eh.
-Todas esas personas ya lo saben, tranquilo. -reí.
-¿Cómo? Ven aquí, verás. -me persiguió por toda la habitación.

Salté por encima de la cama, rodé por el suelo hasta que me cogió. Intenté soltarme de su agarre cuando los dos caímos al suelo entre risas. Volvíamos a estar tan cerca como en ocasiones anteriores. Nuestras respiraciones volvían a mezclarse. Nos miramos fijamente a los ojos y Carlos fue acercándose poco a poco hasta que nuestros labios acabaron juntándose.

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Aquí tenéis el capítulo que cierra el maratón, espero que os haya gustado y me dejéis vuestras opiniones.
Además, quería deciros que queda bastante poco para que termine la primera temporada, en principio he pensado continuarla, pero para eso necesito que me digáis si queréis que la escriba o no os importa que la deje así. Gracias a todos por leer. c:

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora