Capítulo 6.

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Andrea.

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Me miré una última vez al espejo y salimos de casa, teníamos el tiempo justo para coger el coche y correr hacia la peluquería donde trabajábamos, no podíamos permitirnos el llegar tarde ni un día más.

Ahora Sofía y yo compartíamos piso en el centro de Madrid, llevamos aquí unos meses, desde que acabamos nuestra carrera. Actualmente tenemos 23 años y trabajamos en una peluquería cerca de casa desde hace apenas 3 meses.

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Entraron un chico rubio acompañado de un señor un poco más mayor a los que saludamos y sin más distracción volvimos a nuestro trabajo, el cual fue interrumpido por nuestra jefa, me estaba llamando y seguramente no para darme la enhorabuena por nada.

La seguí hasta su despacho.

-Andrea, lo siento, me encanta tu forma de trabajar pero mi hijo me ha dicho que observas demasiado a los clientes, principalmente jóvenes, y creo que eso es algo que no debería ocurrir, que no deberías distraerte. Así que debes dejar la peluquería, aquí tienes tu finiquito, lo siento.

Cogí algunas de mis pertenencias que había repartidas por el local y con los ojos algo encharcados me despedí de Sofía diciéndole que nos veríamos en casa.

Sabía que ese idiota lo iba a hacer, sabía que si no dejaba a Adrián por él como deseaba iba a mover cielo y tierra para que me despidiesen, y aquí estoy, sin trabajo y caminando hacia mi casa. Voy sumida en mis pensamientos cuando oigo a alguien que llama a "la chica de la camiseta blanca", quizás fuese yo, así que me giré.

El hombre que había entrado acompañado del chico rubio anteriormente a la peluquería corrió el poco espacio que nos separaba y se puso a mi altura.

-Soy Magí Torras, perdona si te he asustado, no era mi intención. -tendió su mano a modo de saludo.
-Yo Andrea, encantada.
-He visto que te acaban de despedir y creo que tú y tu amiga sois las personas perfectas que estoy buscando, os puedo ofrecer un buen puesto de trabajo.
-¿En qué consiste ese trabajo?
-Venid mañana a las 10 en punto a las oficinas de Warner Music, os espero.

Con un amago de sonrisa y sin dejarme añadir nada más se giró y volvió a la peluquería.

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-Corre Sofía por favor, son ya casi las 10 menos cuarto y no estamos nada cerca.

Bajamos rápidamente y cogimos mi coche, hoy me tocaba a mi conducir.

Después de llevar más de diez minutos buscando un aparcamiento mi nerviosismo era palpable. Con suerte encontramos uno no muy lejos. Me dispuse a aparcar.

-Pedazo de porrazo acabas de darle al de atrás. -dijo Sofía aguantando la risa.
-Dios.
-Ahí viene el dueño.

En este momento me bajé y me mostrté preocupada ante la situación.

-¿Has visto como me has dejado el coche loca? -gritó el chico.

Llevaba un septum que no le quedaba nada mal y su pelo rubio totalmente alborotado, me detuve por un momento en sus ojos y, esos ojos, no sabría decir dónde, pero no era la primera vez que los vía.

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora