Capítulo 21.

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Carlos.

Salí al pasillo, lo que menos quería es que sintiese pena por mi.

-¿Qué haces aquí?
-No quiero que me veas llorar, vuelve al salón anda. -sequé alguna lágrima más de mis mejillas.
-Para eso me he quedado, para que te desahogases. Mírame. -tomó mi mentón obligándome a mirarla.

Observaba mis ojos, y quería girar mi rostro, no me gustaba absolutamente nada que me viese así, pero no podía, no ahora.

-¡Carlos! -un grito desde la parte de arriba nos hizo separarnos rápidmente.

Era Yolanda y tenía que ir a ver que necesitaba.

-Te-tengo que ir arriba. -tartamudeé nervioso.

Asintió y subí dejándola allí.

Suspiré y a continuación entré en la habitación, miedo me daba.

-Hola. -sonrió desperezándose.
-¿Qué necesitas?
-Nada, sólo quería verte. -se encogió de hombros. -¿Hay alguien abajo?
-Sí, Andrea, ha venido a por sus cosas.
-¿La amiga de Sofía? Dile que venga, quiero conocerla.

Me levanté y bajé para preguntarle si quería subir.

-Andrea.

Estaba mirando una de las fotos que había sobre la mesa y se sobresaltó.

-Lo siento, no quería asustarte. -reí muy levemente.
-Tranquilo. -me dedicó una sonrisa.
-Venía a decirte que Yolanda quiere conocerte, si no quieres le digo cualquier cosa, que tienes prisa por ejemplo.
-No, voy.

Me siguió escaleras arriba.

Andrea.

-Hola Andrea, encantada soy Yolanda. -sonrió con la sonrisa más falsa que podía haberlo hecho.
-Hola, igualmente. -se la devolví.

Mientras tanto Carlos nos observaba atentamente desde el sillón.

-¿Qué tal en Londres? ¿Bien?

¿Esta sabía toda mi vida o qué?

-Sí, genial.
-Me alegro, espero que no te moleste que me haya mudado aquí a la que era tu casa. -volvió a sonreír de esa forma que tanto me irritaba.
-No tranquila, de hecho yo voy a vivir con una amiga.

Tras varias preguntas más por su parte decidí que me iba a casa con Lizeth, no tenía más ganas de estar allí.

-Andrea. -me giré antes de salir de la habitación. -¿Vendrás mañana a despedirme al aeropuerto? Me has caído muy muy bien.
-Sí claro, allí estaré.

A continuación salí para dirigirme a la planta de abajo con Carlos detrás mío.

-Nos vemos mañana entonces. -dijo mientras yo cogía mi bolso y mi chaqueta.

Asentí y rodé mis ojos. No me caía nada bien, todo hay que admitirlo.

Nos despedimos con un abrazo y un beso en la mejilla y caminé hasta casa.

**

Me encontraba ayudando a mi amiga a hacer la cena.

-¿A qué hora tienes que ir mañana al aeropuerto?
-Si fuese por mi a ninguna, pero voy a ser amable por una vez en mi vida, por eso iré a las 10 y media. -Lizeth rió ante mi comentario.
-¿Necesitarás mi compañía?
-Por favor. -reímos.

Una vez cenamos y recogimos todo decidimos irnos a dormir, mañana nos esperaba un día largo que comenzaba despidiendo a la irritante de Yolanda.

**

Llegamos y pude ver a Carlos y Yolanda abrazados. Nos acercamos a ellos y rápidamente se levantaron para saludarnos. En primer lugar Yolanda me dió dos besos y me dedicó una de sus ya famosas sonrisas, a continuación posé mi vista en Carlos, el cuál lucía una leve y bastante falsa sonrisa, será que todo lo malo se pega. Me acerqué a él dispuesta a abrazarle pero se apartó para finalmente darme dos secos besos en las mejillas.

Le miré confundida y apartó su mirada para volver a acercarse a su novia y abrazarla por la cintura.

-¿Qué mosca le ha picado a ese? -me susurró Lizeth para que solo yo pudiese oírla.

A esto respondí encogiéndome de hombros.

Una hora después de ese momento tan incómodo Yolanda acababa de desaparecer por la puerta de embarque. Vaya hora me había dado la Barbie Malibú esa, no podía ser más pesada ya.

-¿Carlos estás bien? -oí decir a mi amiga.

Rápidamente me giré encontrándome a Carlos con una expresión de dolor en su rostro bastante preocupante y su mano derecha sobre su frente. Me senté a su lado y volví a cuestionar la pregunta que antes había hecho mi amiga y la cual no había obtenido respuesta, esta vez él negó.

-Vamos, te acompañamos a casa, seguro necesitas descansar.

Se levantó lentamente y cuando nos dirigíamos a la salida se desplomó. Rápidamente Lizeth y yo nos pusimos a su altura.

-Toma, llama a alguno de los chicos. -le tendí mi teléfono.

Lizeth.

Abrí su lista de contactos y el primero que la encabezaba era Álvaro, así que sin pensarlo dos veces pulsé sobre su nombre.

-¿Si?
-Ay lo siento, te he despertado, lo siento, adiós. -iba a colgar cuando oí que hablaba de nuevo.
-Espera, espera, ¿quién eres?
-Lizeth.
-¿Ocurre algo?
-Tranquilo llamo a otro de los chicos.
-No no, a ver di.
-Tu amigo Carlos se ha desmayado en el aeropuerto, ¿puedes venir? -sin decir nada más colgó.

Unos 10 minutos después llegó un Álvaro con cara de dormido y vestido rápidamente, creo que hasta la camiseta del revés llevaba. Esto provocó una leve risa en mi.

Rápidamente me acerqué a dónde aún estaba Carlos tendido en el suelo, pero por suerte estaba despertando.

-¿Qué ha pasado? -susurró.
-¿Cómo que qué ha pasado? Vaya susto me has dado.

Tras estas palabras de mi amiga el chico le dedicó una débil sonrisa.

Cuando Carlos se encontraba mejor le acompañamos a casa.

-Yo me quedo con él por si necesita algo, luego voy a casa a dormir ¿vale Lizeth?

Respondí asintiendo.

Andrea.

-Podías haberte ido a casa tranquila, puedo apañármelas solo.
-Vale, me voy. -dije cortante mientras cogía mi bolso y me dirigía a la entrada dispuesta a irme.
-Andrea... Espera. -me cogió de la muñeca antes de que saliese por la puerta.

Suspiré y me soltó.

-¿Ya te has enfadado? Que enfadica eres a veces.
-Tú eres idiota y no te lo digo. -me giré.
-Vale, vale, estamos en paz. ¿Te quedas a comer? Tengo lasaña.
-Vale. -dije volviendo a entrar en su casa, era mi comida favorita, no podía negarme.

Escuché como reía desde la entrada y yo también lo hice entrando a la cocina.

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora