Capítulo 37: Motivaciones

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¿QUÉ HA OCURRIDO HASTA AHORA?

*NARRA LUCAS*

¡Todo esto era culpa de Jack! Estaba seguro. Si no fuera por su culpa, ahora Nadia sería mía. Me fui corriendo hacia el Instituto, convencido de que allí estaría Jack. Estaba en lo cierto.

―¡Eres un imbécil! ―Le grité―. ¡Te dije que no te metieras en medio! Nadia es mía, ¿me entiendes? Mía. No lo vas a conseguir, va a volver conmigo, estate seguro ―Añadí para dejarle las cosas claras.

―Mira Lucas ―Me dijo el Don Perfecto―. Nadia es toda tuya, te prometo que no voy a decirle nada más. Tienes el camino libre, de verdad.


CAPÍTULO 37: MOTIVACIONES

*NARRA NADIA*

Todavía quedaba un trimestre de clases, para acabar los estudios y para graduarnos; y se me hizo un trimestre muy largo.

Desde ese día en el bosque, no me volví a hablar con Lucas, de hecho, lo intentaba evitar. No quería mirarlo. No me arrepentía de lo que le había dicho.

Por otro lado estaba Jack. Como me había prometido, se había mantenido al margen; y aun sabiendo que lo había dejado con Lucas, no dijo nada. Yo no estaba demasiado animada, aunque mis amigos intentaban lo que fuera para que lo estuviera.

―¡Nadia! ―Me dijo Marc en la cafetería, mientras yo me comía una manzana para desayunar―. ¿Qué es peor que encontrarte un gusano en tu manzana?

Yo le mire con una media sonrisa, sin contestar nada.

―¡Medio gusano! –Me dijo él, yo expulsé aire por la nariz, simulando una risa.

―¡Venga hombre, anímate un poco! ―Me dijo Eulàlia mientras me daba un golpecito en el hombro.

Cuando sonó el timbre nos fuimos de la cafetería; a Eulàlia y a mí nos tocaba clase de geografía. No tenía ganas de ir.

Cuando llegamos, Jack ya estaba en la mesa, y había algunos alumnos. Cuando entramos en el aula, Jack levantó la cabeza para ver quién era y volvió a agacharla. Me fui a sentarme, como siempre, en la filera de al fondo. Al levantar la cabeza hacia delante, me pareció ver que Jack estaba mirándome con los ojos aunque tenía la cabeza hacia abajo, pero que después enseguida volvió a mirar hacia las hojas que tenía encima de la mesa.

Quizás era yo que veía cosas que no eran. Quizás solo veía lo que yo quería ver. Creo que empecé a sentir un vacío en cuando Jack dejo de hablarme (aparte de como profesor).

Pero el caso es que lo veía. Cuando nos encontrábamos, nuestras miradas se cruzaban un segundo, para después retirarse enseguida, sin decir nada.

Una parte de mi decía que me lo estaba imaginando, pero la otra sabía que era cierto.

―¿Te gusta de verdad? ―Oí que me decía Eulàlia. Yo la miré sin comprender―. Jack, quiero decir.

―No... ―Dije enseguida. Pero me corregí, ya que no le podía esconder nada a Eulàlia, ella me conocía. Ya le había contado lo de la tarde en el bosque―. No lo sé. Supongo que sí, pero no puede ser, no puedo estar con él.

―Ahora no ―Me dijo solamente ella. ¿Qué había querido decir con eso?

Pasaron las horas y al fin llegué a mi casa. Me fui a la habitación a tumbarme en la cama y pensar de mis cosas. Era mi rutina de cada día, una rutina que no hacía nada para que mi estado de ánimo mejorara.

Cuando mi madre me llamó, baje a la cocina para almorzar.

―Nadia ―Me dijo mi madre. También le había contado a ella lo de esa tarde en el bosque, obviando todo lo respecto a Jack. Bueno... solo le conté que había cortado con Lucas porque había cambiado, no le conté nada más. Más tarde también le conté que Lucas era mi profesor. Casi le da un patatús―, tendrías que hacer algo, algo para cambiar tu rutina de cada día. Algo que te llene, que te guste mucho. Buscar alguna actividad para hacer por las tardes.

Sí, profesor [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora