Capítulo 9: A solas con Jack

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¿QUÉ HA OCURRIDO HASTA AHORA?

―Muchas gracias, en serio. —Le agradecí yo. Mariona era una buena chica, y tenía la impresión de que podía confiar en ella.

―De nada, lo que no sé es como lo haré —Se miró las manos un momento, como si estuviera meditando, y después volvió a levantar la cabeza para mirarme—. Creo que lo que tendrías que hacer primero es decirle que no te gusta Jack, demostrárselo de alguna manera.

―Pero... —Dije yo dudando un poco—, es que no estoy segura de que no me guste.


CAPÍTULO 9: A SOLAS CON JACK

―¿Qué es lo que no te gusta? No serán mis clases, ¿verdad? ―Oí que decía una voz a mis espaldas. Me giré, ¡era Jack! Estaba apoyado en el tobogán del parque infantil que había detrás nuestro, sus grandes ojos color miel me miraban fijamente... ¿Qué hacía allí? ¿Habría escuchado lo que decíamos? Entonces echó una risita―. He visto que no ibas hacia casa y me ha picado la curiosidad.

―¿Cómo sabes dónde está nuestra casa? ―Dije extrañada, mientras lo miraba perpleja. Los profesores normales no solían espiar a sus alumnas.

―Sólo sé dónde está la tuya ―Dijo, seguía apoyado en el tobogán. En un momento pensé que estaba guapísimo, pero me obligué a sacarme este pensamiento de la cabeza. Llevaba una camisa, pero el viento la hacía volar un poco y si te fijabas un poco, podías ver unos abdominales bien marcados. No cabía duda; realmente, era el profesor más guapo del Instituto. O uno de ellos, porque claro, ahora también estaba Lucas.

Lo que me había dicho y lo que estaba viendo, me había dejado boquiabierta.

—¿Cómo es que sabes dónde vivo? —Fue lo único que salió de mi boca.

―Vivo muy cerca de tu casa —Dijo el tranquilo, echando un vistazo rápido a Mariona, hasta ahora solo me había estado mirando a mí—, te he visto muchas veces, ¿tú no?

No, nunca lo había visto por el barrio; y Eulàlia tampoco me había comentado nada. Sus palabras me estaban dejando de piedra. Me limité a observar más detenidamente su rostro. Le había crecido un pequeño bigote y una fina barba, los pelos eran marrón claro, pero con la luz del sol parecía tener algún mechón rubio. Me fijé en que se le marcaban los pómulos.

―Bueno Nadia —Intervino Mariona, sacándome de mis pensamientos, dando un golpe con sus dos manos en sus rodillas—, mañana hablamos, ¿vale? Tengo una comida con mis abuelos y voy a llegar tarde.

―¿Qué? ―Dije como despertando de un sueño―. ¡No! Necesito tus consejos —Le dije bajito, para que lo oyera solo ella.

Entonces Mariona me guiñó un ojo y me dijo también bajito:

―Aprovecha ―Y se levantó―. Me tengo que ir, lo siento ―Añadió dirigiéndose tanto a Jack como a mí. Y se fue.

―¿Cuánto rato llevabas escuchándonos? ―Dije una vez Mariona ya estaba lejos, cuando ya por fin se me ocurrió algo "normal" por decir.

―Nada —Contestó Jack, apoyándose mejor en el palo del tobogán, y cruzando sus brazos encima de su pecho—, justo acababa de llegar.

Se quedó un rato mirándome, con una especie de sonrisa burlona en la boca.

—Bueno —Me dijo, justo cuando baje la mirada para mirar mis manos y no mirarlo a él—, ¿y qué? Todavía no me has contestado. ¿No te gustan mis clases?

―¡No! —Exclamé, volviendo a levantar la cabeza para mirarle, puesto que yo estaba sentada en el banco y él de pie—. Es decir, no era eso, cosas nuestras.

―Ah.... —Dijo él, moviendo la cabeza de arriba abajo, pero sin cambiar de posición—. ¿Y yo no lo puedo saber? Un profesor debe estar al corriente de todo —Añadió mientras hacía una media sonrisa y levantaba una ceja. Me dio envidia que supiera hacer eso, yo nunca lo había sabido hacer.

―De esas cosas no hace falta —Le dije sin mirarle, cambiando de posición y poniendo los pies sobre el banco agarrando mis rodillas con los brazos. Me sentía incómoda yo tan abajo y él tan arriba, pero no me quería levantar porque si lo hacía, estaría más cerca de él.

―¡Vamos! Como si fuera un amigo.

―A un amigo tampoco se lo diría ―Dije sonriéndole un poco. Entonces me levanto una ceja―. ¡Oye! Deja de hacer eso. ¿Porque lo quieres saber?

―Me intereso por lo que piensan mis alumnos —Dijo mi profesor, mirando sus zapatos. Entonces levantó la cabeza y me miró —. Sobre todo por ti.

―¿Y por qué? ¿Por qué soy la nueva?

―No, porque me pareces... Especial.

Sí, profesor [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora