Capítulo 18: La tristeza no llega a ninguna parte

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¿QUÉ HA OCURRIDO HASTA AHORA?

Por cierto ―Me preguntó Eulàlia después de unos segundos de silencio―, ¿Ya ha venido tu novio?

No―Dije enseguida, intentando fingir tristeza y mirando a Lucas rápidamente―. Aún no.

¿Cómo me dijiste que se llamaba? —Me preguntó, y yo me quedé estupefacta, no sabía que responder. Hasta ahora había evitado decir su nombre. Me limité a mirar con cara de miedo a Lucas, mientras seguía con el auricular del teléfono pegado en la oreja, pero sin decir nada.

Entonces Eulàlia volvió a hablar:

He hablado con tu madre, me ha enseñado una foto de tu novio.


CAPÍTULO 18: LA TRISTEZA NO LLEGA A NINGUNA PARTE

Me quedé parada ante lo que acababa de oír al otro lado del teléfono. No se me ocurrió nada más que colgar. Y eso hice, colgué el teléfono. Justo después miré a Lucas que me miraba sorprendido. Todavía tenía el móvil en la mano, y lentamente lo dejé en la mesa, sin conseguir articular ninguna palabra.

Finalmente me volví a sentar al lado de mi novio, y con la boca todavía abierta me quedé mirando al infinito, con Lucas mirando hacia mí.

―Mi madre le ha mostrado una foto tuya... ―Conseguí decir al fin. Lo dije arrastrando las palabras.

Al principio Lucas no me dijo nada ni tampoco se movió. Pensé que no me había escuchado, pero entonces me cogió la cabeza con suavidad, me apartó los pelos de la cara y me miró a los ojos.

―Pero, es tu amiga. No pasa nada. ¿Las amigas están para esto, no? —Me dijo tranquilo.

―Sí que pasa —Dije desviando la mirada. Me costó decírselo, pero al final lo hice—. A ella le gustas por eso no se lo dije.

Los dos nos quedamos callados, sin saber que decir. Cuando ya habían pasado unos minutos de completo silencio, cogí el mando de la tele y le volví a dar al "Play". Poco a poco, nos olvidamos de todo. Cuando terminó la película, me despedí de Lucas y me fui a mi casa a dormir.

***

A la mañana siguiente, el sol brillaba en el cielo. Hacía un día precioso. Me vestí rápidamente, cogí los apuntes y, mientras repasa, me dirigí hacia la parada del autobús.

Cuando llegué, Eulàlia no estaba allí esperándome, aunque tampoco me sorprendió. Cuando iba a subir al bus, vi que Eulàlia llegaba corriendo, pasó por mi lado y se fue a sentar en una silla doble. No sabía si sentarme a su lado o no.

―¿Puedo? —Le pregunté al fin, pero ella no me respondió. Por el contrario, se giró hacia la ventana para observar lo que se podría decir "paisaje".

Podría haberme sentado a su lado igualmente, pero no lo hice. Resoplé y me fui a buscar la silla que estuviera lo más lejos posible.

Cuando llegamos al Instituto, como siempre, nuestros amigos ya estaban allí esperándonos.

Bajé yo primera, ya que Eulàlia se había quedado sentada mirando por la ventana.

―¿Y Eulàlia? ―Preguntó María cuando vio que no iba con Eulàlia.

―¿Está enferma? ―Preguntó Mariona; pero justó cuando terminó de decirlo, Eulàlia bajo del bus, me dio un golpe con el hombro, y se dirigió a clase.

―Después te cuento ―Le susurré a Mariona para que solo lo oyera ella. Ella asintió con la cabeza y empezamos a andar hacia el edificio.

―¿Qué le pasa? ―Preguntó María extrañada.

Sí, profesor [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora