Capitulo 9

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-De acuerdo, los chicos me contaron que estas a su altura de entrenamiento, así que puedes empezar a trabajar con ellos. aunque no entiendo porque no fuiste a la última. -dijo Aurora con el ceño fruncido.

Venecia miró rápidamente a William con cara de pocos amigos, él estaba parado en la otra punta del salón de entrenamiento.

-Sí, no tiene importancia. -respondió apretando los dientes.

-Les mandé la información por mensaje, buena suerte, e intenten no matar a nadie. Las miradas se dirigieron hacia Venecia ¿Qué? Les respondió ella mientras la esbelta figura de Aurora salía del salón.

-¿En qué momento le diste tu número? - preguntó Blake, esta vez no tenía una gran sonrisa y su aspecto estaba bastante apagado.

-¿Mi número? -preguntó ella confusa.

-¿Tienes uno, ¿no?  -habló Matt en un tono neutro. Como él.

-Emm… yo… -negaba con la cabeza mientras palidecía por dentro preguntándose cómo se le pasó un detalle tan común. Claro que sabía lo que era un celular, veía a todo el mundo usándolo, solo que ella nunca tuvo uno.

-William te acompañara por uno. - intervino Ronnie.

¿Qué? Dijeron William y Venecia al mismo tiempo.

-Claro. Nosotros debemos organizar todo, en tres horas debemos estar en el centro.

-¿Por qué siempre ahí? -se quejó Jack mientras salía por la puerta.

¿Sera porque hay más gente? -le respondió Noah.

William le dedicó una última mirada asesina a Ronnie, quien se iba con una gran sonrisa y satisfacción por dentro.

Suspiró con fuerza y se dirigió hacia la puerta sin mirar a Venecia.

-Claro, te sigo. -dijo ella poniendo los ojos en blanco.

Salieron en silencio hacia las grandes calles de Queen Anne. El sol se estaba poniendo, dejando a la vista un hermoso atardecer naranja con tonos rosados y azul claro.

-Hubieras tomado un gorro de lana. -dijo William al verla temblar.

-No soy una niña.

-  ¿Y? -respondió él sonriendo.

-Creí que no te vería sonreír de nuevo. -dijo ella en voz baja.

-Yo tampoco. -se sinceró él.

La miró un momento y se detuvo en sus ojos, en como parecían grises, pero con los rayos del sol bajos brillaban como piedras azul claro. Era algo hermoso, hasta para alguien quien confundía tanto.

-Entonces… ¿cómo es eso de que no tienes un teléfono? Creí que venias de Italia, no de la prehistoria. -agregó para quitar peso al asunto.

-Solamente nunca tuve uno. ¿es muy difícil de creer? -preguntó ella encogiéndose de hombros.

-No. Bueno, un poco, hamburguesas, teléfonos, eres extraña.

-  ¿Y lo notas solo por eso? -se burló ella.

-Sí, ¿debería notarlo por otra cosa? - río él.

-Al menos no soy bipolar…-dijo Venecia lentamente sin mirarlo a la cara.

-¿Disculpa? No soy bipolar. -respondió William en un intento de mostrarse serio.

-Lo eres. -se burló ella.

Su sonrisa desapareció cuando se frenó en una gran puerta de cristal cuyo interior brillaba demasiado para sus ojos.

-  ¿Por qué tus ojos hacen así? –preguntó Will mientras la observaba raramente.

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