-Creí que al menos ibas a cambiarte o arreglarte. - dijo William mientras miraba de arriba abajo a Venecia una vez que abrió la puerta.
- ¿Por qué? - dijo ella apoyada en el marco. Estaba nerviosa, en su tiempo no existía siquiera el término “salir”, menos entre un hombre y una mujer. Claro que la intención de William no sería cortejarla, y no saber cuál era esa intención la inquietaba aún más.
-No lo sé. Cualquier chica se iría a arreglar si la invito a salir. - respondió con una sonrisa.
- ¿Me invitaste a salir? Creí que era una amenaza. - agregó ella con la misma sonrisa, mientras se maldecía por sonrojarse. - además, no eres mi tipo como para que me moleste en arreglarme. - agregó levantando el mentón y colocándose frente a William. A él se le borro la mueca y su mirada se volvió neutra.
-Como digas. - dijo abriendo los ojos. - ¿Vamos?
Venecia se lo quedó observando. Él si se había cambiado, tenía una remera blanca medio trasparente, un jean bastante parecido al de antes, y sus botas negras, y por su puesto su chaqueta negra. Al detener la mirada en su rostro, vio como le brillaban los ojos azules y como su perfecto cabello rubio iba hacia todos lados alborotado.
- ¿A dónde? - respondió sin poder evitar una sonrisa.
-Primero por una hamburguesa, muero de hambre.
- ¿Una hamburguesa?
- ¿Pues… si, en Italia no hay? - preguntó torciendo el gesto.
No lo sé. - dijo ella desviando la mirada.
William abrió los ojos como platos.
-Vamos. - dijo firmemente mientras la tomaba de la mano.
Al salir del hotel, el aire fresco inundó el rostro de Venecia, se detuvo debajo de los rayos del sol mientras inspiraba aire puro. William la observó con una pequeña sonrisa.
-Eres indescifrable. - se limitó a comentar.
- ¿Gracias? - respondió ella mirándolo con el ceño fruncido.
Él soltó una pequeña risa.
- ¿No crees que… no sé, alguien podría reconocerte o algo? - preguntó ella mirando con cautela hacia todos lados mientras caminaban por una calle soleada.
- ¿A qué te refieres?
-Bueno, supongo que no pudieron atrapar a cada criminal que persiguieron, y tal vez ellos ya te tienen fichado como “el policía de la mafia” o algo así. - dijo ella mientras reía y miraba hacia el suelo. Él soltó una carcajada.
-Nunca me lo puse a pensar. Pero dudo que alguien me ataque en pleno día y con una dulce chica a mi lado. Aunque… no te ves muy dulce.
-Es bueno que lo sepas, pero también deberías saber que un demonio ataca en cualquier momento del día. Sobre todos los abusadores…- dijo ella bajando la voz.
-Sé que sí, pero no dejaré que nadie te haga daño, si es lo que temes. - dijo él mirándola comprensivo.
-No es a lo que temo.
- ¿Y a que temes?
-Es complicado… ¿y tú? ¿A qué temes?
-Pregunta para otro día. Ya llegamos. - dijo cuándo se detuvo frente a un gran establecimiento donde se leía “comidas rápidas de Seattle”.
Entraron y William la dirigió hacia una mesa de a dos ubicada en una esquina del lugar, junto a una ventana.
Se sentaron uno frente a otro.
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Reino De Plata
FantastikUna chica de un mundo desconocido se mezcla con el mundo real, con el trabajo de buscar venganza y justicia, ademas de exterminar lo que no pertenece en este. Un grupo de chicos del mundo real se ganan la vida trabajando como mafiosos cazando crimin...