Capitulo 42

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Quién es? -preguntó aun con los ojos cerrados mientras alguien golpeaba la puerta del otro lado. Sin responder la puerta se abrió.                                                             -La hibernación debería haberse ido con el invierno. -anunció una voz animada. Ella giró la cabeza aun apoyada en la almohada y abrió un ojo.

-¿William?

-El mismo. -exclamó él sentándose al lado de ella.

-¿Qué quieres? -dijo hundiendo la cara en la almohada.

-Te traje una ofrenda de paz. -sin mirarla Will dirigió la atención al vaso plástico que tenía en la mano, había dudado desde hace horas si ir o no a hacer eso, al fin y al cabo, su cuerpo decidió por él y lo hizo.

Ella levantó la cabeza con curiosidad frunciendo el ceño.

-¿Qué es eso?

-Bueno, ya no había de chocolate, creí que te gustaría este. -señaló dulcemente mientras se lo pasaba. Venecia se sentó y lo tomó. William exhaló una gran bocanada de aire.

¿Desde cuándo se ponía nervioso por esta clase de cosas? Peor aún, ¿desde cuándo hacia esta clase de cosas.

-¿Ofrenda de paz? -preguntó mirándolo. Tenía todo el cabello suelto revuelto, la mirada somnolienta y los ojos con un ligero brillo.

Will apartó la vista con brusquedad antes de traicionarse y sonreír.

-Sí, ayer dijiste que vuelva a intentarlo. No quiero que te decepciones cuando el marcador apunte a mi favor. -concluyó con una gran sonrisa, ella puso los ojos en blanco.

-  ¿De qué es? -preguntó mirando con curiosidad antes de comenzar a beberlo.

-Frutos rojos y mango.

Ella lo miró con los ojos bien abiertos y luego al batido.

Will la miró con una curiosidad evidente.

-  ¿Cómo es posible?

-  ¿Qué quieres decir?

-Esos frutos rojos, ¿Qué es?

Will la miró y pensó un momento.

-Creo que… lo normal, cerezas, arándanos, ¿frambuesas?

-  ¿Lo normal dices?

-Supongo que si –respondió como el ceño fruncido -¿Por qué?

-Porque… son difíciles de conseguir y tremendamente costosos.                                          -Si –se burló él. –allá por el mil setecientos cuando comenzaban las industrias tal vez… o hace menos tiempos cuando había escases. -se burló.

-Claro, sí. Seguro.

Es definitivo que era más extraña de lo que creía. Eso en el fondo era un consuelo, saber que no era solo él quien había perdido la cabeza.

-No podemos seguir jugando Will. -susurró sin mirarlo.

Una especie de esperanza lo inundó.

-  ¿Qué?                                                                                                                                   -No planeo cambiarle la vida a ninguno. Pero deben saber que ya no es cazar criminales y entregarlos, ahora saben sobre demonios y tienen que reaccionar de una vez.

Reino De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora