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Empecé a empujarla con fervor, tenía mucha ira acumulada y estaba al borde de romper a llorar. No lo hice. No iba a darle esa satisfacción.

¿Qué dolía más a estas alturas? No sé si el suceso de: el chico que me gusta me ha roto el corazón... o el de: mi mejor amiga ha sido la causante de la ruptura de mi corazón.

Confié en ella, le di todo de mí (cosa que no sucede a menudo) pero no era suficiente para ella. Tenía tanto odio hacia mi persona que decidió ocultarme algo bastante importante: Teo.

Era consciente de que éramos mejores amigos, de que hemos crecido juntos y que, aunque tuviéramos un vínculo extraño, nos queríamos muchísimo. Daba igual si eso se convertía en algo más, era decisión nuestra si jodernos mutuamente o no. No debía ser ella quien decidiera tal cosa.

¿Por eso se estuvo comportando tan extraño? Una no llega a saber quien es un amigo de verdad, es una puta pena.

A cada empujón que le doy, a cada hostia que le suelto, cada rasguño... me doy cuenta que he roto a llorar. No sé si de la impotencia, de la rabia, de la decepción o de la tristeza.

Me siento tan traicionada, que ahora mismo tan solo quiero huir de aquí y echar a andar sin un rumbo fijo. Perderme por Madrid y que nadie me encuentre, estar sola. Así es como me siento, total y absolutamente sola en un mundo rodeada de tiburones.

Sentirse sola rodeada de gente, esa es la definición actual.

Noto como alguien me agarra por la cintura, hace rato que esa sensación la siento, pero es tal la fuerza que emana de mí que siempre regreso a Daniela. No con las mejores intenciones.

Logra tirar de mí, es Teo que me está agarrando con demasiada fuerza y entonces, alzo la mirada. Daniela tiene las mejillas sonrojadas, una de ellas con más color por alguna de las hostias y un rasguño que sangra. Noto el sabor metálico de la sangre, tengo el labio partido y escuece. Me ha estirado de los pelos y están alborotados en todas direcciones.

―¡No fuiste capaz de decirme nada, cobarde de mierda! ―Exclamo entre lágrimas.

―¡Y tú una puta acaparadora de mierda! ―Rebate Daniela.

Niego con la cabeza, sigo entre los brazos de Teo y dudo que me suelte, creo que es consciente de que si lo hace reviento a Daniela. Está en un estado deplorable.

―¡Me gustaba Teo y lo sabías!

Teo debe alucinar, pero es que creo que somos dos.

―¡Joder, Daniela! ―Niego con la cabeza―. ¡Lo mencionaste una sola vez! Y no fue así ―recalco―, dijiste textualmente: Teo está muy bueno, posiblemente si tuviera oportunidad me lo tiraba. ¿Recuerdas qué te contesté?

―¿Qué...? ―Inquiere Teo.

―¡Tú cállate! ―Exijo―. Contigo ya hablaré por no decirme una mierda de esa noche y largarte de mí puta vida.

―Claro que lo recuerdo, Lucía. ¡Dijiste que no debía hablar así! ―Bufa―. Tan políticamente correcta cuando te da el venazo.

―Porque no es un puto objeto Daniela, ¡la gente no lo es!

―Me gustaba ―sigue en sus trece.

―Dijiste que te atraía sexualmente, estaba borracha el día del beso. Bo-rra-cha ―recalco.

―No es justificación ―dice Daniela, limpiándose la sangre que gotea de su mejilla.

―Posiblemente no lo sea, pero, ¿es justificación que te calles las cosas? ¡Existe algo llamado comunicación! Y no la has tenido.

A TRAVÉS DEL MUNDO || BILOGÍA TIEMPO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora