A TRAVÉS DEL MUNDO || BILOGÍA TIEMPO 2

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EL MUNDO EN LLAMAS

La llamada que le hizo a Alejandro fue todo un susto, eran las cuatro de la madrugada y estaba tumbado en la cama. Vio el nombre de Lucía en la pantalla, algo no iba bien si se paraba a pensar en qué hora era en Estados Unidos. Se asustó y no tardó en descolgar.

―¿Alejandro? ―Dijo la voz de un chico.

―¿Lucía? ―Inquirió Alejandro, aun adormilado.

―Soy un amigo de Lucía y Teo, llamo de parte de ella.

―¿Ha pasado algo grave? ―Alejandro se puso nervioso, se incorporó en la cama despertando a Sofía.

―Me ha dicho que te diga textualmente: que coja a Leo y a Rodrigo, que vengan y que por fin ha hecho lo que tenía que hacer ―dijo intentando recordar exactamente el qué, también estaba bastante nervioso.

―Sofía, tres billetes. Ya mismo, por favor ―suplicó Alejandro.

Temía por este día, era consciente de que tras todo lo que le había contado Lucía llegaría un momento en el que todo se iría al traste. Por eso no le preguntó nada al chico, ahora tan solo tenía que sacar de sus casas a Leo y a Rodrigo sin que ellas hicieran preguntas. Nadie lograba entender la magnitud de lo que estaba sucediendo al otro lado del charco, ni si quiera Sofía, pero esta no quería decirle nada a nadie por la privacidad de ambos adolescentes.

―Estaremos ahí mañana, ¿todo bien?

―Esperemos que todo vaya bien ―murmuró Ray, al otro lado de la línea.

―¿Ha pasado? ―Inquirió Sofía.

―Algo grave ha tenido que pasar si Lucía quiere enfrentarse a su padre ―suspiró―. ¿A qué hora sale el avión?

―En dos horas, Alejandro. ¿Cómo coño lo harás? Alicia va a volverse loca si le ha pasado algo a Lucía, por no hablar de Julia...

―Espera... ahora llevo yo el taller, ¿no?

Alejandro estaba ya con una maleta de mano, no sabía qué iba a encontrarse así que metió un poco de todo. Sofía decía que eran maletas llenas de "por si acasos".

―Pues diré que me ausento unos días, Rodrigo trabaja desde casa y Leo... bah, ese tío no sé qué hace ―dijo entre risas.

―Te veo alegre a sabiendas de lo que puede pasar.

―¿Cuándo se es suficientemente mayor como para decir que quieres cometer una locura? ―Preguntó Alejandro.

―¿Hay edad para eso?

―Y por eso, eres el amor de mi vida ―Alejandro le dio un beso y fue directo al baño―. Empieza a llamar a Leo, va a ser el más fácil de convencer.

Se dio una ducha rápida, Sofia antes de llamarlo seguía intentando abrir los ojos aún. Todo estaba siendo demasiado apresurado, aunque la vida a su lado era una aventura constante. Si Lucía lo había llamado mandando a otro para hacerlo... es que de verdad el asunto era grave.

―Las cuatro de la mañana, pedazo de cabrón ―gruñía Leo al otro lado de la llamada.

―¿Te apetece ir a Estados Unidos?

―Mira Alejandro, hace años que creo que nos fumamos un porro. Demasiados, hostia ni recuerdo la última vez.

―Nunca se es demasiado mayor para una aventura. Tu trabajo es tan libre como tú quieras, Rodrigo trabaja desde casa y yo llevo el taller. He comprado los billetes, sale el avión a las seis.

―¿Para qué quieres ir hasta ahí?

Leo no entendía nada, visiblemente que Alicia se había despertado ante el ruido insistente del móvil. Lo miró extrañada.