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FLASHBACK TEO

Tenía ganas de ir a Estados Unidos, Lucía se iba a quedar en España por lo que en particular me alegraba de ese suceso. Las cosas entre nosotros no habían ido bien durante esos meses antes de irme, no nos soportábamos y toda nuestra familia se dio cuenta de ello.

No nos dirigíamos la palabra en ninguna reunión familiar y cuando teníamos que intercambiar alguna palabra nos hablábamos mal y discutíamos como el perro y el gato. Claramente que nuestros padres nos preguntaron en más de una ocasión qué nos pasaba, y por supuesto nos absteníamos de responder y nunca nadie logró saber nada acerca de nuestras conversaciones poco civilizadas. Es más, a día de hoy nadie sabe nada.

Mi madre movió cielo y tierra para conseguir una beca para mí, era un alumno ejemplar y excelente. El deporte también ayudaba puesto que en Estados Unidos era algo importante, si bien no era baloncesto, el boxeo ahí estaba muy en auge.

En ningún momento se me encendió la bombilla de irme a estudiar fuera, de hecho, esa era Lucía. Aunque nunca diera el paso. Para sernos sinceros, nunca entendí por qué no lo dijo. Los trámites podrían empezarse y ella viviría la vida que sé que desea. Tan solo cerró la boca y no dijo nada más.

Cuando me comunicaron que tenía aquella oportunidad días antes de Navidad... me emocioné como un niño pequeño, era como ver aquella luz al final del túnel. Uno muy oscuro. Era sentir la libertad como un cosquilleo en la punta de los dedos, estar rozándola con ansias. La anhelaba.

Es evidente que iba a echar de menos a mi familia y a mi país, y yo adoraba Madrid, pero llegaba un punto en el que sentía que necesitaba volar porque tenía las alas atadas. Era aquella sensación de desenfreno y descontrol que nunca he podido tener. Al contrario de Lucía, una chica que es básicamente... eso.

Yo necesitaba esto como lo que más.

Hice las maletas con entusiasmo, aunque escondí esa sensación al hablar con mi madre, ahí demostraba la tristeza de tener que separarme de mi familia (que sí, que los echaría de menos, pero una cosa no quitaba la otra). Tan solo quería coger el avión y tardar en llegar a España.

También era una forma de no ver a Lucía, poder olvidarme de ella. Dejar de ver aquellos ojos, aquella sonrisa y su melena azul medianoche. La forma en la que cuando hablaba, todos quedaban embobados por su don de ser extremadamente convincente.

―Te vamos a echar mucho de menos ―decía mi madre.

La escena era una estampa bastante curiosa. Estaban mis abuelos, mis padres, Alejandro y Sofía, Leo y Alicia y claramente... Lucía. Pensé que no vendría, de hecho, todos pensaban que se quedaría en su casa o que quedaría con Daniela (vamos, poner cualquier excusa).

Y, sin embargo, estaba ahí. Era verano ya que en Estados Unidos empezaban antes las clases. Iba con unas Vans altas de cuadros, unos calcetines que sobresalían de un tono grisáceo. Los tejanos color clarito deshilachados y algo anchos hacían que el top de manga corta de estampado a cuadros resaltara más. Por descontado, llevaba el pelo suelto y los cascos en el cuello.

Joder. Me mantenía en la línea del odio, pero luego la veía y no podía no pensar en ella.

―Venga tío, que seguro que te lo pasas en grande ―decía Leo, dándome un fuerte abrazo―. Sabré yo lo que es irse a otro país a encontrarse uno mismo.

―Seguro que le va bien ―dijo mi padre, respaldando a su mejor amigo―. Y tiene menos dramas que tu vida ―se ríe.

Sin duda alguna, son almas gemelas en cuanto a amistad.

―¿No vas a despedirte de Teo? ―Inquiere Alicia, mirando a su hija que está mirando a la nada.

Siempre quisiera saber qué opina Lucía cuando se pierde en su propio mundo. Sé que se está enterando de todo lo que sucede a su alrededor, pero una parte de ella pone el exterior en segundo plano. Ya quisiera yo aprender a hacer eso.

A TRAVÉS DEL MUNDO || BILOGÍA TIEMPO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora