Salimos del hospital para ir a la residencia, habíamos pedido un taxi. Era consciente de que lo más probable es que en el cuarto estuviera Christy. Tendríamos que hablar todos cuando se fueran los adultos, creo. Estoy bastante cansada, agotada física y mentalmente.
―Gracias papá ―murmuré al bajarme del taxi.
―¿Por qué?
―Por venir, por todo... por no juzgarme.
―Lucía, ya hablaremos de eso. Sabes que, aunque te vaya a caer una bronca por hacer semejantes ilegalidades... no puedo juzgarte. ¿Aquí vives? Es la hostia.
Le dije a la chica de recepción que era mi padre, este le enseñó el carnet para corroborarlo y nos dejó subir. Llamé a la puerta con la esperanza de no tener que llamar a Christy, llevaba en la mano la chaqueta y el bolso. Necesitaban un buen lavado.
―Oh menos mal Lucy, ¿cómo estás? ―Dijo abriendo la puerta―. Oh señor...
―Llámame Leo ―dijo mi padre en su perfecto inglés―. Me haces sentir mayor.
―Vengo a darme una ducha, luego iré con mi padre. Necesito... bueno, necesitamos hablar ―aclaro.
―Sin problema, ¿te encuentras bien? Tuvimos que salir huyendo de ahí para llevarnos a Teo.
―Sí, por un momento pensé que James me aplastaría y no sé qué es de él ahora mismo. ¿Tenéis noticias? ―Inquiero, bastante nerviosa por su respuesta y frente a mi padre.
―Sí, Melanie mandó un mensaje de WhatsApp, no se incendió la nave y podrá ser reparado lo poco que se quemó ―suspira Christy sentándose en su cama, tiene le pelo húmedo―. Si te preguntas si James sigue vivo tras eso... sí, pero Poly lo sacó de ahí y no se les ha visto el pelo. Dudamos que vuelvan, porque están bastante cagados y te llaman pirómana. También se rumorea que amenazaste a Poly diciendo que tendría que huir del país, impresionante.
―Creo que sí, necesitamos una conversación Lucía ―dijo mi padre, tras el relato de Christy.
―Gracias Christy, iré a ducharme. Supongo que no necesitas saber cual es mi lado del cuarto ―le digo a mi padre.
Se sienta en mi cama, observando todo a su alrededor mientras agarro ropa limpia del armario y un par de toallas.
―Quítate la venda y al salir te la curo ―añade mi padre―. Hablaré con Christy, me gusta su acento británico.
Asentí metiéndome en el cuarto de baño, frente al espejo se dibuja una chica con unas ojeras bastante pronunciadas. El pelo estaba enredado, enmarañado y lleno de suciedad. Las heridas estaban cubiertas por tiritas que fui quitando una a una, tirándolas a la basura. Eran las únicas zonas decentemente limpias en comparación al resto de mi cuerpo. Me quité la venda de la rodilla, escocía un poco y tenía una pinta horrible. La dejé doblada en un rincón y tras quitarme el resto de ropa me metí en la ducha.
Me lavé a conciencia como si eso fuera a borrar todo lo que hice ayer. La sangre. La llave. Arrastrarse como un gusano. El mechero. Teo. Ray. Fuego. Suciedad.
Salí de la ducha secándome con asiduidad, miré los pantalones, había elegido esos a conciencia ya que eran anchos y tenían una rotura en las rodillas. Me pasé la sudadera del instituto por la cabeza y me cepillé el pelo. Tenía un aspecto distinto pero las heridas seguían presentes, no solo las físicas.
Agarré el secador para no ir con el cabello tan mojado. Puse todo en el cesto de ropa sucia y acabé de recoger la pica del baño. Abrí el armario y cogí el botiquín. Salí y estaban mi padre y Christy charlando como si se conocieran de toda la vida.
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A TRAVÉS DEL MUNDO || BILOGÍA TIEMPO 2
Romantik¿Por qué callar si nació gritando? Lucía es un terremoto, experta en romper las reglas y no ceñirse a ellas. Con un sueño por delante, se ve envuelta en situaciones en las que, para poder deshacerse del miedo que tiene adherido en lo más profundo de...