"Le fallé a mi vieja"

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Tenía un nudo en el estómago desde que salió de su casa, los nervios a flor de piel. Sus uñas no dejaban de jalar los cueritos de sus dedos, una costumbre que jamás se había percatado que tenía hasta que Francisco le pegó en las manos con suavidad, a modo de regaño.

— Dejáte de hacer eso —le retó en voz baja.— ¿Qué te pasa?

Esteban lo miró, le sonrió a duras penas tratando de tranquilizarlo, pero tuvo el efecto contrario.

— Me podés contar.

— Lo sé —movió la cabeza para un lado.— Pero no quiero hablar de eso.

— ¿Querés hablar de algo más?

— ¿Algo como qué?

— Ya sabés... el... el beso... pero no debemos hablarlo si no querés —se apresuró, tartamudeando.— Ay, perdón, esto es raro —se rascó la nuca nervioso.

— ¿Por qué querés hablar del beso?

— No sé realmente... no pude dejar de pensar en eso, así que... —se encogió de hombros, tenía el rostro colorado por la vergüenza.

Esteban decidió dejar de lado lo que pasó con su mamá esa mañana y le puso atención a Francisco, quien no dejaba de tamborilear sus delgados dedos en la mesa del comedor.

— ¿Te gustó? —le preguntó suavemente.

— Y sí.

— ¿Mejor que otros?

— No sé, nunca había besado a alguien antes —volvió a encogerse de hombros.— Pero sí me gustó.

— ¿Como para repetirlo?

Francisco sonrió, más nervioso de lo que se encontraba.

— ¿Me lo estás ofreciendo? —cuestionó, incrédulo.

— Sí, ¿querés o no?

— Obvio.

— No aquí —se puso de pie y le extendió la mano, Francisco la agarró y lo jaló fuera del comedor.

Aprovecharían la hora libre porque el profesor de matemáticas había faltado, gracias Dios por darle una gripe al viejo choto.

Lo llevó entre pasillos y pasillos que Francisco jamás pensó que conocería, incluso le parecía divertido ver que se notaba que Esteban ya había estado ahí muchas veces.

— Temo preguntar por qué conoces esta área —murmuró sonriente.

— Si te digo no vas a querer besarme de nuevo —se rió Kukuriczka apretando su mano.

— Dime.

— Solía venir con Andy —suspiró.

— ¿Qué? Antes de Rocco, asumo yo.

— Claro. Es que... Dios mío, qué vergüenza decir esto en voz alta.

— ¿Qué venían a hacer acá? —movió las cejas divertido.— Decíme.

— ... practicábamos cómo besar.

Francisco tuvo que aguantarse las carcajadas que iban a salir de su cuerpo. No podía imaginarse a Esteban y a Andy besándose inexpertamente detrás de una de las paredes de esos pasillos.

— No te burles.

— ¿Eso hacen los amigos hoy en día? ¿Para reforzar la amistad?

— Le reforcé la seguridad al boludo, Rocco me asegura que besa bien.

El ojiverde asintió divertido. Sus manos se movieron en el aire hasta llegar a sus caderas, donde acarició con los pulgares.

— ¿Y sí lo hace?

— Supongo —contestó Esteban, casi ansioso.

— ¿Y yo cómo beso? —susurró usando un tono de voz que ni él mismo se esperaba, uno seductor y divertido.

— Ah... eh... tendría que... que besarte de nuevo... para recordar.

— Te voy a besar tan bien que se te va a olvidar cómo Andy lo hacía.

A Kukuriczka le gustaba esa faceta de Romero, incluso si por dentro se sentía asustado, temía amar a Francisco y volverse adicto a él.

Ninguno quiso esperar más y se besaron con seguridad, con pasión y con anhelo. Uno se sentía en las nubes, extasiado por el sabor de la boca contraria y el otro sintió ganas de llorar, las cuales no pudo evitar.

En medio del caluroso beso, cuando Francisco agarró las mejillas del mayor para intensificarlo más, las sintió mojadas y tuvo que separarse de él. Esteban estaba consciente de sus lágrimas, así que cuando se separaron ni siquiera trató de ocultar el llanto, sólo lloró con más fuerza escondiendo su cara en el hombro de Fran.

Esto lo dejó desconcertado, mas decidió rodearlo con los brazos y le acarició sus largos cabellos.— Las cosas van a mejorar —le aseguró incluso si no sabía lo que estaba pasándole.

— Le fallé a mi vieja —susurró contra el chaleco del uniforme.

— Podés fallarle a tu vieja, pero jamás debes fallarte a ti mismo, Kuku.

— Me siento horrible... tengo miedo.

— ¿Miedo a qué?

— Miedo a que... a que me demuestre su decepción en mi cara y... y... que me diga oficialmente que ya no me ama —sollozó.

— Kuku, tu mamá te ama. Es imposible no hacerlo —le sonrió sacando el rostro de Esteban de su hombro y le hizo mirarle los ojos.— Y si no lo hace, te puedo amar el doble que ella.

¿Qué? ¿Francisco lo amaba incluso? Dios, no sabía si eso era un sueño o una bella pesadilla de la cual no quería despertar.

— Franchi... no puedo... me asusta muchísimo.

— No hay nada que temer, no estás solo —le besó las mejillas sonoramente luego de acariciarlas.— Estoy acá.

Él estaba ahí.

[...]

El silencio reinó la habitación, la tensión se podría cortar con un cuchillo para pescado.

Ella lo miró con esos ojos penetrantes y oscuros, Esteban sintió algo recorrer su columna vertebral, algo desagradable.

— ¿Te... te faltó algo? —le preguntó su madre.— ¿Una figura paterna? ¿No te críe bien? ¿Habrán faltado gritos o algún golpe? Decíme, Esteban, ¿qué hice para merecer esto?

Siempre tuvo la habilidad de manipular la situación y tornarse en la víctima.

— No fue culpa tuya, yo... no puedo escoger esto...

— Es culpa mía. Tuviste faltas en tu infancia, pero no sé qué mierda te convirtió en esto que estoy viendo.

Era como un balde de agua heladísima, con nieve y hielos enormes en ella, pinchándolo como miles y miles de agujas. Sentía el cuerpo entumecido al oírla hablar.

— Mamá... lo siento...

— No te disculpes, no tenés por qué. Pero no te puedo ver a la cara, no ahora.

Auch.

— Me podés... echar si querés... no sé...

— ¿Echarte de la casa? —le miró incrédula.— ¿Me ves capaz de hacer eso-? Mejor no respondas. Vete a tu pieza o... qué sé yo, haz lo que se te antoje.

No podía descifrar si eso debía doler o no, ¿el enojo o la indiferencia?

Se fue a su pieza en silencio y se sentó en el borde de la cama, no sabía si debía llorar o no, no sabía cómo debía sentirse en ese momento.

Ya no sabía nada, excepto que debía tratar de ponerse de pie y seguir adelante, incluso si eso sonaba como una tarea difícil.

ꜱɪɴᴄᴇ ᴄʜɪʟᴅʜᴏᴏᴅ // ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ x ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora