"... yo no comparto ni presto ni doy"

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Terminó su prueba y la dio vuelta en la mesa, guardando sus lápices en la cartuchera, apoyó sus brazos en la mesa formando un nido con ellos y escondió la cabeza ahí, dispuesto a descansar en la media hora que quedaba de clase. Sin embargo, no pudo al escuchar el suelo crujir bajo Esteban. Abrió un ojo para ver qué estaba haciendo, y al verlo mover la pierna izquierda a una velocidad casi inhumana se removió inquieto en el asiento.

Trató de llamarle la atención, pero este al estar con esos audífonos no iba a mirarlo jamás.

Se tuvo que aguantar en esa media hora para preguntarle que qué le ocurría, fue interrumpido por este levantándose de la silla luego de agarrar todas sus cosas. Le vio salir apurado del salón en una dirección desconocida para Romero, quien no pudo evitar sentirse intrigado por aquella actitud distante y alejada de la realidad por parte de su novio.

Le siguió como pudo, hallándolo apenas en los pasillos más desolados del colegio sentado junto a una pared. Tenía la mochila a su lado medio abierta, de ella había sacado una botella de agua y ya estaba casi terminándosela, tenía la frente sudorosa y las manos le temblaban. Se acercó y se quedó parado junto a él, lo vio, claro que lo hizo, pero quería tratar de ignorarlo, incluso si era complicado porque odiaba hacer que el resto se sienta ignorado.

— Kuku... —le llamó en voz baja.— ¿Me puedo sentar? —pedir permiso era esencial aquí. Esteban asintió lentamente, permitiéndoselo, así que tomó asiento a su lado, con unos centímetros de distancia al no saber qué le pasaba al mayor.— ¿Tenías sed? —preguntó en broma.

— Me siento enfermo —dijo, ignorando la broma.

— ¿Enfermo?

— No respondí nada.

— ¿En qué-? Ah... está bien, a veces tenemos malos días. Es sólo una prueba, no te preocupes, no te define.

— No, no entendés —susurró Esteban apretando sus manos contra sus rodillas.— Vos no podés entenderlo, aún hay cosas de mí que no entendés porque ni yo me entiendo y... estoy diciendo mucho eso... la concha de mi vieja —soltó un sollozo, estresado.— Ni siquiera pude estudiar.

Francisco suspiró y apoyó su mano en su espalda. Sonrió un poco al ver que Esteban buscó su cariño y se inclinó sobre él, siendo recibido entre sus brazos, escuchándolo llorar.

— ¿Por qué no pudiste estudiar? —le preguntó suavemente, tanteando terreno como siempre.

Esteban dudó mucho en contestar, no parecía dispuesto a hacerlo.

— Es muy estúpido —susurró con voz temblorosa.— Muy estúpido.

— Contáme, tenemos la confianza para eso —le acarició la nuca, enredando algunos cabellos entre sus dedos.

— ... me metí a una obra de teatro, y ayer tuvimos ensayo casi toda la tarde —respondió finalmente.

Francisco asintió escuchando, no tenía ni la más mínima idea de que Esteban se había metido al grupo de teatro de la ciudad. ¿Debía enojarse por eso? No, no debería, ¿o sí?

— No sabía eso —dijo, sin detener sus caricias.

— Fue algo reciente —se reacomodó, ahora sentado.— No te lo dije porque no sabía si iba a quedar en la obra, si no lo hacía me ahorraba la vergüenza de decirte que no quedé.

— Pero quedaste. ¿Me vas a invitar a ver la obra?

— Te guardo puesto en primera fila.

— Listo, me gustaste más.

Esteban sonrió un poco, las lágrimas no se detenían en ningún momento a pesar del intento de Romero para subirle los ánimos.

— ¿De qué va la obra?

A pesar de la ilusión de contarle todo sobre la obra y los futuros ensayos, no podía dejar de pensar en el examen en blanco que dejó, eso afectaría su impecable reporte de calificaciones. Él era exigente consigo mismo, eso todos lo saben, así que esto claramente haría un cortocircuito en su cabeza.

— No quiero hablar de eso ahora —admitió.— Debo... hablar con el profe por la calificación y todo eso... como la dejé en blanco...

— ¿Te acompaño?

— ... por favor.

[...]

Un par de súplicas bastaron para dejarle hacer esa prueba de nuevo, utilizando la hora del almuerzo para eso, y Esteban no se quejó en lo absoluto.

— Y, su vieja lo caga a palos si se entera que está en la obra —Andy dijo robándole comida a Rocco, quien le pegó en la mano.— Ey —se quejó.

— Dejá de robarme. Y eso, Andy tiene razón, ella es demasiado cuadrada sobre el trabajo, jamás dejaría que Estebi estudie algo relacionado a la actuación. La plata va por encima de la felicidad para ella.

Francisco asintió lentamente, comprendiendo lo que oía y sin estar contento a fin de cuentas.

— Ya. ¿Alguno ha visto a Juani? Literal creo que no lo veo desde el mes pasado —Rocco cuestionó mirando a su alrededor del patio.

— Desde que está con Blas, lo veo medio desaparecido —Andy sonrió, orgulloso a decir verdad.— Literalmente hace lo que vos y yo hacíamos.

— Dejábamos a Estebi solo la gran parte del tiempo, no estoy orgulloso de eso.

— Bueno, eso sí. Pero estoy feliz por Juani, la ha pasado muy mal, al menos Blasito puede sacarle más sonrisas que nosotros —se encogió de hombros.— Y no está solo ahora.

Recordaban bien el año pasado, donde Juani aún no era amigo de ellos porque era muy vergonzoso en el sentido de que a él le daba vergüenza todo su ser y creía que a los demás les causaría incomodidad su presencia. Andy, Rocco y Esteban le aseguraron que su mera presencia era grata y apreciada, y que querían que formase parte del grupo. Sin embargo, Juani a veces pasa tiempo alejado de ellos para tener un ratito para sí mismo, y sabe que cuando ya haya tenido ese tiempo para él mismo los chicos estarían ahí con brazos abiertos.

Juani era un chico normal, tierno y divertido, muy fan de los Backstreet Boys, Britney Spears y Justin Timberlake al que a veces molestaban, al principio le dolía y se debía guardar todo porque no quería preocupar a su abuela. Y cuando los chicos se acercaron a él, se dio las libertades de ser él mismo sin problema alguno, contándoles sus cosas y sintiéndolas como se debía, sin reprimirse.

— Mirá, ahí anda el niño —Andy señaló al final del pasillo.

Los otros dos se voltearon y sonrieron al ver a Juani caminar junto a Blas mientras charlaban de algo que desconocían, pero ambos se veían muy contentos.

— ¿Qué miran? —una cuarta voz les llamó la atención. Se inclinó para ver y sonrió también.— Qué lindos los niños chicos.

— ¿Y vos ya terminaste? ¿Tan rápido? —Pruss ladeó la cabeza.

— Sí.

— Nah, tremendo, a mí me tomó las dos horas —se quejó Rocco.— Juro que jamás entendí las funciones lineales.

— Te puedo enseñar, no es muy difícil. Pero no sé si me fue bien, no estudié.

— Vos ponías atención en clase, yo me dediqué a puro rascarme los huevos. Ya no alcancé a aprenderme lo de... ¿cuatro años? en uno.

— Eso es cosa tuya —Esteban se encogió de hombros.— Igual si querés te ayudo.

— ¿Me querés quitar a mi hombre? —Andy dramatizó.— Bien, yo me quedo con el tuyo.

— No, yo no comparto ni presto ni doy —Esteban le apretó la mano a Francisco y le besó los nudillos.

Francisco se sonrojó al oír el tono bromista del mayor al hablar de él, como si fuese lo más valioso e importante en su vida y no quisiera que se fuera.

[♥︎]

gracias por el apoyo que le dan a la historia, les quiero muchito 🫶🏻🫶🏻

ꜱɪɴᴄᴇ ᴄʜɪʟᴅʜᴏᴏᴅ // ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ x ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora