Abrazos fuertes y besos profundos

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Sus pisadas descalzas eran lo que se oía por toda la casa, un lugar enorme que estaba vacío si él no estaba en casa. Nunca había gente en el lugar, excepto él y Andy, quien se la pasaba más en esa casa que en la suya.

Andy se llevaba bien con sus papás, no lo malentiendan, pero como su hogar siempre estaba vacío, se sentía solo la gran parte del tiempo. Y Rocco quiso ayudarle con eso, invitándolo siempre a su casa, donde podían ver películas abrazaditos, besarse e incluso tocarse de más, pero eso no lo debían saber los demás

Se quitó la camiseta mientras caminaba hacia su habitación, entró y vio el cuerpo semidesnudo de Pruss bajo sus sábanas, dándole la espalda a la puerta de la habitación. Sonrió para sus adentros y se dirigió a la cama, se metió bajo las sábanas y lo abrazó con fuerza, escuchándole suspirar al sentir su suave tacto por todo su torso.

El tic tac del reloj en la mesa de noche entonaba una melodía tediosa, poco agradable, avanzando cada segundo de manera lenta y tortuosa.

Rocco le besó la nuca y los rizos, haciéndole soltar otro suspiro, esta vez más a gusto, notándose adormilado. Le acarició la cintura por encima de la polera y siguió besándolo, escuchándolo suspirar y reír de vez en cuando.

— Andás muy cariñoso —le dijo al cabo de un rato, volteándose un poco para tener al menos un lado de su cara cerca de la de Rocco.— ¿No te bastó? —sonrió ladino y sintió los labios del contrario besarle la mejilla y la mandíbula.

— No —contestó con simpleza, trazando delicados y tiernos besos por su piel como si se tratara de alguna pieza fina y elegante de porcelana.— Nunca lo es.

— Tus papás están abajo —se rió por lo bajo.

— Sos aburrido.

— Dale. Si entran acá y nos ven en pleno acto, nunca más me dejan entrar por haber profanado a su hijo —se defendió.— Pará.

Rocco detuvo sus besos y lo miró a los ojos, sonriente, se disculpó en voz baja y se apegó más a su cuerpo como garrapata a perro callejero. De todos modos, Andy no se quejó porque le gustaba tener a su novio pegado a él, le hacía sentirse querido y apreciado.

Esa es una "condición" que desarrolló con el pasar de los años, a medida que crecía, la soledad de su casa le hacía sentir vacío, pero cuando la mano de Rocco agarraba su cintura, o la de Esteban le golpeaba la espalda cariñosamente, se sentía acompañado. Y también funcionaba viceversa, era su forma de decir "te quiero" sin palabras, porque él es malísimo para hablar de lo que siente.

Andy se terminó de voltear y quedó cara a cara con Posca, su estúpida sonrisa amplia aún le generaba mariposas en el estómago y un sonrojo enorme. Enredaron sus piernas y Pruss deslizó un brazo por la cadera de Rocco, acariciando su espalda baja, cerró los ojos nuevamente y se dedicó a tratar de dormir, pero los movimientos inquietos del contrario no le dejaban.

— ¿No querés dejarme dormir? —enarcó una ceja, sin abrir los ojos.

— Perdón —susurró el chico.— Estoy muy hiperactivo.

— No pasa nada —murmuró juntando su frente con la de Rocco cariñosamente.— Sólo... trata de quedarte quietito.

— No prometo nada.

Rocco siguió moviéndose, específicamente movía los pies como si fuese lo más divertido del mundo, y a este punto Andy ya no se podía quejar porque sabía que este seguiría, consciente o inconscientemente. Bufó y abrió los ojos, viendo el rostro de su novio, quien tenía los ojos pegados en su pelo.

— Perdón —se disculpó el pelinegro.

— Te voy a dar una razón para moverte como gusano —susurró maniobrando para subirse en Rocco. Se inclinó y le agarró el rostro, besándolo lentamente y haciéndole suspirar contra su boca.

Rocco subió las manos a sus caderas, metiendo las manos bajo la camiseta que vestía en busca de calor, pues las tenía muy frías. Pruss gimió ante el tacto repentino, que batallaba con entrar en calor. Siguieron besándose como si fuesen perros hambrientos, separándose luego por la falta de oxígeno.

— Tengo las manos heladísimas, ¿las puedo meter en tu bóxer? —le susurró Posca y las metió sin esperar respuesta alguna. Aquello le hizo arquear la espalda mientras sostenía sus glúteos entre las manos.— ¿Ahora quién se mueve como gusano? —se burló.

— Mhm, shh —siseó con los dientes apretados.

La poca ropa que vestían fue volando por la habitación, y luego los gemidos llenaron el cuarto de la manera más cautelosa posible, tratando de no ser descubiertos por los adultos del primer piso. Las manos de Andy recorrieron todo el torso desnudo, apoyándose ahí mientras se movía lentamente, siendo impulsado por las de Posca escuchando los lindos apodos que este le daba.

Y no, no era la primera vez de ellos, claramente no lo era, pero siempre se sentía como si lo fuese. Siempre era dulce, suave y tierno y a la vez seguro, violento y apasionado, donde todo lo que no se decían con la boca, lo decían con el cuerpo entero, robándose el aliento.

Se besaron llegando al clímax, completamente cubiertos de una capa de sudor finita, cansados, pegajosos y sonrientes.

— Te importó poco que mis viejos estén abajo —se burló Rocco moviendo unos mechones sudados de la frente de su novio.

— Basta —sonrió levemente, sintiendo una de las manos ajenas acariciarle la mejilla.— ¿Me vas a dejar dormir ahora?

— No, dije que no me bastó.

Y entre risas, le hizo rodar dejándolo bajo suyo.

ꜱɪɴᴄᴇ ᴄʜɪʟᴅʜᴏᴏᴅ // ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ x ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora