CHRIS

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Iba a decirle a Emma lo que sentía por ella. Porque ella era la razón por la que cada día me mantenía en pie después de la enfermedad de mi padre.

Subí las escaleras y, al llegar a su puerta, escuché sollozos.

¿Estaba llorando? ¿Emma?

Ella, cuando teniamos seis años de cayó de un tobogán y no lloró por orgullo. Con ocho le tuvieron que poner una vacuna de la rabia porque le había mordido una rata el pie al entrar en casa, y no lloró porque la estábamos mirando.

¿Y ahora estaba llorando?

Llamé a su puerta suavemente.

- ¿Emma? ¿Puedo pasar?

- Noo... - dice y se le escapa otro sollozo.

No pude más y abrí la puerta tan fuerte que se asustó y volvió a romper en llanto.

- Ehhh... ¿Qué te pasa?

- N-nada.

- Venga Bichito, a mí me lo puedes contar.

- Es...que, a ver... Me... me siento fatal por lo que pasó... y... y me parece que hemos... hemos tenido que venir aquí por mi culpa... y...

- No, ehh... ¿Quién ha dicho eso?

Le restriego un dedo por las mejillas para limpiarle las lágrimas.

- Nadie, pero Grace me ha hablado de que... Olvídalo... El... el tema es que... todo esto es culpa mía.

- No, no es verdad.

- Sí, si que lo es. La cagué... La cagué a lo bestia y... y no sé cómo asumirlo...

Intento llorar cuando no hay nadie o nadie me ve. Creía... creía que estaba sola.

- Bueno, eso ya da igual, ¿sabes lo que podemos hacer para que de estar triste? Ver una de esas pelis que a tí te gustan, ¿eh? - la arrastro hacia mí para poder rodearle los hombros con los brazos y estrecharla en un abrazo cariñoso -. ¿Te apetece? -, me mira y asiente, aún con ojos acuosos -. Genial, vamos.

Eligió una película llamada Eclipse, no me sonaba de nada. Iba sobre vampiros o algo así.

Hice unas pizzas para comerlas mientras veíamos la película y llevé unas bebidas.

- Cocacola para mí y agua para la señorita.

Decidimos ver otra, la siguiente de la saga. Se quedó dormida sobre mi hombro, más o menos por la mitad de la película. La tapé con una manta y pensé que no podía estar más feliz, sabiendo que, cuando estaba conmigo, conseguía reírse.

Pasado un rato, cuando yo ya me había picado por la saga y decidí ver la primera, pasó algo de los más extraño.

Emma me cogió de la mano, demasiado fuerte, se arrimó hacia mí y murmuró:

- Chris...

Un verano contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora