Capítulo 1: ¿Sueño?

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Pov Lucía

Mis ojos se sentían débiles. La escasa luz que se filtraba a través de una ventana cercana me deslumbraba como si estuviera mirando directamente al sol. Parpadeé varias veces antes de lograr abrir mis ojos con dificultad.

A primera vista, no distinguía nada con claridad, solo luces difusas y formas borrosas. No sabía dónde me encontraba exactamente.

¿Mi habitación? —pensé, aunque no recordaba que mi cuarto fuese tan brillante.

A medida que mis pupilas se ajustaban a la luz, comencé a distinguir con mayor nitidez los objetos a mi alrededor. Lo primero que vi claramente fue una máquina que emitía luces brillantes en forma de líneas y producía un sonido familiar. Era un sonido que había escuchado antes...

¡Un hospital!, me dije para mí misma. ¿Cómo había terminado en un hospital?

El esfuerzo por pensar rápidamente me provocó un dolor punzante en la sien. Intenté calmarme, cerrando los ojos y respirando despacio. Mientras estaba en ese trance, percibí algo que no había notado antes: un aroma suave, dulce y envolvente. Era claramente un perfume masculino. Aunque los perfumes masculinos no solían gustarme por ser a menudo intensos, este era una notable excepción.

Después de unos minutos, ya más tranquila, volví a abrir los ojos con la esperanza de encontrar el origen de ese agradable aroma. Lo encontré a menos de un metro de mí.

Un hombre descansaba en una especie de sofá junto a mi cama. Al principio no pude identificarlo claramente debido a mi visión borrosa.

Decidí no darle demasiada importancia. Debía ser alguien conocido. Me concentré en intentar recordar cómo había llegado a esta situación. Empecé a rememorar lo último que recordaba: era un día normal, iba al gimnasio escuchando música y luego, ¡Boom! Un sonido ensordecedor.

¡Dios! Un grito ahogado salió de mí mientras intentaba moverme con poco éxito. Mi grito y mis movimientos bruscos despertaron al hombre misterioso del sofá.

—¡Mon amour, estás despierta! Volviste —se acerco el desconocido, permitiéndome verlo con más claridad. 

Tenía unos ojos verdes hermosos, hoyuelos que se formaban al hablar y una barba familiar. ¡Yo conocía ese rostro! ¿Dónde la había visto antes? No pude analizar más, ya que el desconocido intentó abrazarme.

Instintivamente me moví para alejarme cuando lo sentí tan cerca, pero cedí al sentir sus fuertes brazos alrededor de mi cuerpo. Él enterró su rostro en mi cuello, envolviéndome con su suave aroma.

Durante un minuto me quede congelada y me debatí qué hacer. Aunque una parte de mí sabía que era un extraño, la otra parte, al sentir su toque, reaccionó de manera automática, como si fuera algo familiar.

Dejé que me abrazara por un tiempo, hasta que él se separó un poco y me miró de cerca. En ese momento, mi mente hizo conexión y supe quién era.

—¡No puede ser! —pensé, o al menos eso creí ya que había gritado. 

Debía estar soñando. No podía ser real que Charles Leclerc, el famoso piloto de Fórmula 1 a quien seguía desde hacía casi un año, estuviera llamándome de esa manera tan cariñosa y abrazándome.

—Debe ser un sueño —pensé más tranquila. Era eso o estaba alucinando por lo que me había pasado. En ese instante noté que llevaba un rato mirándolo fijamente mientras él solo me observaba con una mezcla de preocupación y extrañeza.

—Cariño, ¿estás bien? —preguntó Charles con voz preocupada, acariciando mi mejilla suavemente. —Creo que estás aturdida. ¿Debería llamar al doctor?—añadió, alejándose un poco.

—Creo que no hará falta —respondí finalmente.— Seguramente pronto despertaré y tú ya no estarás —sonreí despreocupada. 

Si esto era solo un sueño, quería disfrutarlo. No todos los días sueñas con algo así.

—Jamás me iría de tu lado, Lu —me dijo con voz suave y una mirada preocupada y confusa. Iba a decir algo más cuando lo interrumpí.

—¿Me conoces? —pregunté, algo incrédula al oír mi sobrenombre de sus labios. En teoría, en los sueños, cuando haces preguntas como esta, terminas despertándote porque es lo más lógico.

—Amor, no es gracioso —murmuró serio. —Creo que debo llamar al doctor —añadió, levantándose para salir de la habitación. Pero fui más rápida que él y, en un impulso para evitar que se fuera, tomé su mano. Un choque eléctrico me hizo soltarla de inmediato, y él me miró confundido.

—¿Me conoces? —insistí nuevamente.

Este sueño ya había ido demasiado lejos y comenzaba a ser extraño. Se suponía que tras el contacto debía haber despertado.

—Amor, soy yo, Charles, tu novio.

Finalmente respondió a mi pregunta, aunque no era exactamente lo que esperaba. Era una locura.

—Tuviste un accidente y estuviste en coma una semana —continuó. —Pensé que no despertarías. Los doctores dijeron que era lo más probable o que quedarías —no pudo terminar la frase—. Pero, Dios, estás bien —finalizó atropelladamente y luego me envolvió en sus brazos nuevamente.

Por un momento me dejé envolver por el abrazo, pero al procesar sus palabras, sentí una punzada en la cabeza y me contorsioné de dolor. Parecía que él lo notó rápidamente porque se separó y se puso de pie.

—Iré por el doctor, cariño, no estás bien, pero te prometo que regresaré enseguida — añadió y besó mi frente antes de salir por la puerta.

No pasó ni un minuto antes de que la puerta se abriera de golpe. Sin embargo, no era la persona que esperaba. Esta vez no era Charles, sino ¿Carlos Sainz Jr.? 

Lo que me faltaba —pensé para mí misma—, otro piloto en mi sueño.

Sin darme tiempo para reaccionar, Carlos se acercó a la cama y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, no pudo evitar plantar un beso en mis labios. Fue un beso corto, y apenas pude reaccionar, lo aparté empujándolo con mis brazos.

Este sueño había dejado de ser agradable. Jamás me había gustado Carlos.

—¡Despierta ya! —me dije a mí misma, cerrando los ojos con la intención de acabar con todo esto.

—Linda, ¿estás bien? Creí que te perdería —confesó el español, ignorando mis palabras y mirándome fijamente.

—Yo, tú, Charles —intenté cuestionar, pero balbuceé sin sentido, aturdida por sus palabras.

—Lo sé —habló con tristeza en su voz. —Sé que él volverá pronto y que no debería estar aquí. Pero te juro por Dios que no pude contenerme cuando supe que habías despertado.

—¿Tú y yo, somos amigos o algo? Se supone que en este es mi sueño con Charles —dije, sin preocuparme por parecer loca.

Este era mi sueño y no estaba yendo como yo quería.

—¿Sueño? Me asustas, Lu— me miró preocupado. — Pequeña, ¿en serio no me recuerdas? Soy yo, Carlos —añadió. —Tú y yo somos mejores amigos, pero también amantes.



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Rewrite Our Story (CHARLES LECLERC /MAX VERSTAPPEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora