13.-Diabo.

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Sonrío porque en los altavoces empieza a sonar Downtown de Anitta y JBalbin, y por alguna razón me siento tan contenta y cómoda

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Sonrío porque en los altavoces empieza a sonar Downtown de Anitta y JBalbin, y por alguna razón me siento tan contenta y cómoda.

—Mientras te tenga a mi alrededor por mi no hay problema. —le digo levantándome de la mesa.

William sigue sonriendo, se toma todo su trago de un sorbo y me toma de la mano para caminar a la pista de baile, aun así se encarga de que estemos en un costado y no tenga tantas personas a mi alrededor.

Estoy completamente derretida por todos sus actos.

Muevo mis caderas al ritmo de la música. Él coloca sus manos en mi cintura y me hala hacia su cuerpo.

No quiero que termines —empiezo a cantar la letras acercándome a él —Es un misterio pero no de cine. En las noches soy yo la que define todo a lo que vá pasar —alzo el rostro para quedar a tan solo centímetros del suyo —A mi no me tienes que mandar.

Sigo moviéndome al ritmo de la música. Puedo observar en los ojos de William ese brillo de lujuria que tanto me gusta sacar en él. Nunca me ha dicho que le gusto ni nada por el estilo, pero todo mi cuerpo sabe que el suyo me reclama.

En un solo movimiento Will voltea mi cuerpo quedando a espaldas de él, su pecho está pegado a mi espalda mientras nos movemos al ritmo de la música. Hace años me di cuenta que el hombre es suelto de caderas, pero no tenía idea que era bueno hasta para bailar.

No se vale el empate, esto es hasta darle jaque mate.

Sus manos aprietan más mi cintura mientras agacha la cabeza y entierra su rostro en el hueco entre mi cabeza y mi hombro.

Hasta que uno de los dos se mate.

Su aliento roza mi piel expuesta y mis pezones se endurecen.

Si quieres yo bajo y de una me pongo pal' trabajo.

Suelta el estrés, baby, yo te relajo.

Empieza a depositar besos en mi cuello. Cierro los ojos para disfrutar mas de las sensaciones que se extienden por todo mi cuerpo.

Se pone bella, me dice que ya.

Sigue ahí, que la tengo viendo las estrellas.

Pasa su lengua a lo largo de mi cuello y eso hace que eche la cabeza para atrás dejando soltar un gemido que se pierde en la música a nuestro alrededor.

Se me acelera, hasta abajo se va.

Y como ella lo hace, no lo hace cualquiera.

Me volteo para colocar mis manos alrededor de su cuello, y él baja las suyas a mis nalgas, y para ser sincera me importa una mierda. Mi clítoris palpita, la piel me arde y los labios me pican. En cambio, sus ojos brillan.

Me pega más a él apretándome por las nalgas y puedo sentir su miembro abultado en mi vientre.

En su cuerpo puedo ver la definición —sigo cantando, porque acabo de descubrir que me gusta provocarlo — Se ve que lo trabaja eres motivación. Le pedí que me ayude con una misión. Que me llena entera de satisfacción.

At NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora