Lilianna.
—Quédate — lo que sale de mi boca no es una pregunta, es afirmativo.
William se separa un poco más, pero sus manos se mantienen en mis caderas pegándome a él como si su vida dependiera de mantenerme cerca.
La lluvia cae sobre nosotros y a pesar del frío que se cuela entre mis huesos no quiero moverme ni un centímetro sin primero asegurarme que no se marchará de mi lado.
Tengo que estar lejos de él.
Debo alejarme.
Mi madre estaría decepcionada del rumbo que han tomado mis decisiones.
No puedo permitirme sentir todo esto, siento que podría ser peligroso.
Pero al decirme esas miserables palabras mi cuerpo solo reaccionó y se lanzó a sus labios, como si yo no tuviese un maldito cerebro.
—No debería quedarme en un lugar sin suficiente seguridad —su aliento choca contra mis labios y lo único que quiero es volver a besarlo.
La atracción física que sentimos uno por el otro desborda a nuestro alrededor.
—Entiendo —intento alejarme, pero me mantiene aun pegada a él.
—Pero me voy a quedar, porque siento que no puedo despegarme de ti, Nubecita.
No tengo la mas mínima intención de ocultar la sonrisa que sale de mis labios y ese remolino de emociones que despierta en el pecho.
—Entremos.
Entrelazo nuestras manos para guiarlo dentro del departamento. Pasamos por el lobby, caminamos a mi puerta y entramos en mi pequeño espacio. Por alguna razón amo cuando William esta aquí.
Cuando cierro la puerta y veo a Will completamente mojado parado en mi sala sonrío.
—No tengo ropa para ti, debí pensar en eso —Le digo entrado a mi baño para pasarle un paño.
Por alguna razón tengo varios paños de colores diferente, pero escojo el negro para él y el rojo para mi.
—Ramiro me va a traer una muda que siempre guardo en el auto—su voz grave me causa escalofríos.
Busco en mi mente quien es Ramiro, hasta que recuerdo que es uno de sus guardaespaldas.
—¿Siempre tienes ropa en tu auto? —pregunto pasándome la toalla por el cabello.
Observo como William se quita el saco y lo deja en el piso, para pasar a quitarse la camisa de vestir. Descaradamente me quedo viendo su pecho y abdomen sin ningún reparo, su piel canela está mojada, sin contar que su cuerpo es trabajado, no muy musculoso, pero se nota que hace ejercicios.
Ese maldito remolino de emociones vuelve a mi como un huracán, calentándome las orejas y el cuello. Deseo besarlo.
—Sí lo hago, no se sabe cuando la ropa que tenemos se puede ensuciar.
Mis ojos vuelven a los suyos y la realidad cae.
"Se puede ensuciar" pero ¿De que exactamente?
Will no deja que la pregunta salga de mis labios cuando se acerca a mi y me quita el suéter dejándome en sostenes y la falda. Pero no me siento apenada con él, no me cohíbo, tampoco quiero tápame. Simplemente dejo que me ayude a quitarme la ropa mojada sin ningún tipo de vergüenza.
¿Otra faceta mía que debo conocer?
La verdad no tenia idea lo mucho que me desconocía.
Él besa mi hombro cuando ya mi suéter esta alado de su saco y camisa. Luego lleva sus labios a mi cuello, y sube a mi mejilla dejándome un hilo de besos que queman mi piel.
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At Night
RomanceEsa ciudad me asfixiaba. Cuando una de las personas más importantes en mi vida falleció me enamoré de mi trabajo, me hace volar a todas partes y volver a pasar tiempo con mi persona favorita. Pero hace tiempo que no quería volver, que solo quería ma...