25.-Adrenalina.

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Su sonrisa me gusta mucho

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Su sonrisa me gusta mucho.

Me encanta verlo, su hoyuelo y ese sonido que hace cuando suelta una carcajada.

Me gusta su lado oscuro, tanto como me gusta el verdadero. Amo que pasemos este tipo de momentos, me gusta hablar con él y que mientras trabaja en la biblioteca yo estoy leyendo un libro. Me encanta la forma que me trata y me habla, hasta el hecho de que no importa lo que esté haciendo cuando es de darme toda su atención lo hace.

Yo dejo de sonreír poco a poco cuando me volteo para agarrar un libro y mi mano queda a mitad de camina.

¿Qué mierda?

Me estoy enamorando de William. Y esta vez no es un enamoramiento superficial, no es que me guste y quiero tener sexo con él,  es de verdad, ya no es ese remolino en mi cabeza que causa la obsesión, es ese sentimiento enorme que no te deja ni respirar.

Identifico el dolor en el pecho que supuestamente me da, no es dolor, es sensación de presión porque algo que está haciendo o diciendo me emociona mucho.

Maldita sea, estoy jodida.

Respiro profundo para agarrar el libro y volver a voltearse para verlo.

Tiene un montón de libros en sus brazos, sin contar los que tiene ahora el guardaespaldas, no ha dicho nada al respecto, él está encantado de comprar todo esto para mi sin importar el precio.

—Ya tengo todos los que quiero —le coloco el último libro con una portada negra que acabo de agarrar.

—La vida no te va alcanzar para leer todo esto —dice él en broma.

Tomo mi camino a la caja para poder pagar. Pero sé que debe ir al trabajo y no quiero dejar de verlo por el resto del día.

—No subestimes mi rapidez al leer, y más ahora que no tengo nada que hacer.

Llegamos a la caja y la chica mira todo con los ojos abiertos, pero disimula.

—De hecho vas a empezar a ir al gimnasio por lo menos 4 veces por semana. —Will deja los libros en el mesón.

Arrugo las cejas y lo miro por un instante. Ayudo a la chica de la caja que no se le pase ningún libro.

—De ninguna manera. Soy muy perezosa —contesto.

—Tienes que hacerlo. Recuerda que hicimos un trato, y para empezar las clases de defensa personal tienes que estar en buena forma física, van de la mano.

Desvio la mirada a donde está el enorme hombre quien me gusta muchísimo.

—Ni siquiera me han aceptado en la academia.

Niega con la cabeza.

—Pero lo harás, así que mejor es empezar lo más pronto posible.

Sonrío porque su fe en mi es demasiado para mi pobre corazón.

At NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora