VIII

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Han pasado casi un mes desde la llegada de Emily, y mi lobo interior está más inquieto que nunca

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Han pasado casi un mes desde la llegada de Emily, y mi lobo interior está más inquieto que nunca. Cada vez que se percibe el aroma a lavanda que emana de ella, se agita de manera descontrolada, y en los últimos días, esta reacción se ha intensificado de manera preocupante. Me está resultando cada vez más difícil lidiar con esta situación, por lo que después de entregarle el anillo, decidí alejarme en un intento desesperado por calmar mis propios instintos. Sin embargo, temía que mi lobo no se calmara tan fácilmente como esperaba.

Por otro lado, los nobles no cesan de preguntar acerca de mi nueva prometida, y tampoco debatir sobre mis decisiones respecto a la vigilancia de los cazadores de Darwinged. En este preciso momento, me encuentro en una reunión con los lores, tratando de mantener la calma y el orden en medio de las tensiones que nos rodean.

-Su majestad está prestando atención -anunció el consejero, interrumpiendo mis pensamientos.

Levanté la vista de los informes, indicando que estaba listo para escuchar lo que tenían que decir.

-Bien, como estaba diciendo, en los límites de la manada del oeste, hemos avistado varios cazadores, y uno de nuestros hombres informa que están intentando domesticar a los lobos afectados por el Síndrome de Luna Negra y a los enfermos por cognidoma -el líder de la expedición hacia la manada del oeste explicaba su informe.

-Creo que sería prudente permitir a los cazadores actuar, ya que la domesticación de estas criaturas primitivas podría beneficiar a las omegas de la región -opinó uno de los lores.

Fruncí el ceño ante la sugerencia y me llevé una mano a la frente en un gesto de frustración.

-Me opongo firmemente. Si alguna de estos cazadores cruza nuestras fronteras sin autorización, deben ser consideradas una amenaza. Mantengamos a nuestras tropas en alerta en la frontera, así como en las demás fronteras del reino. Si vuelven a cruzar o si hay más muertes, tendrán que actuar en consecuencia -expresé con firmeza.

Los líderes militares asintieron en acuerdo con mi decisión, pero los nobles comenzaron a objetar.

-Eso podría llevarnos directamente a la guerra -advirtieron.

-No estamos buscando la guerra, simplemente estamos respondiendo a las provocaciones que nos están lanzando desde Darwinged, especialmente desde la muerte de mi prometida -respondí con determinación.

Así comenzó un acalorado debate entre los miembros del ejército y los nobles, y aunque mi deber era traer calma a la situación, me encontraba igualmente tenso y preocupado.

En medio del acalorado debate, un gruñido de molestía resonó en mi mente, interrumpiendo el caos.

Mi lobo tomó el control de repente, levantándose con tal ímpetu que la silla se tambaleó hacia atrás y chocó contra la pared, generando un estruendo que silenció a la sala entera y atrajo todas las miradas hacia nosotros.

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