XXXII

160 17 10
                                    

Uno de los guardias irrumpió con rapidez en los aposentos de Aric, jadeando y con el rostro desencajado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Uno de los guardias irrumpió con rapidez en los aposentos de Aric, jadeando y con el rostro desencajado.

—Señor Elio… —dijo, inclinándose—. Es la princesa… Emily. La hemos encontrado y parece… parece estar muy mal.

Elio se puso de pie de inmediato, su expresión de alarma reflejaba la urgencia en su corazón. Dirigió una rápida mirada a Amelia, quien, a su vez, parecía tan preocupada como él.

—Ve con ella, Elio —dijo Amelia, su voz era calmada pero decidida—. **Yo me quedaré con Aric. Este vínculo entre ellos parece estar pasándoles factura…**

—Gracias, mi señora. Emily no puede pasar por esto sola —contestó Elio con un asentimiento antes de salir.

Mientras recorría los corredores rumbo a Emily, Elio sentía que una sombra de incertidumbre se cernía sobre todos ellos. Cada paso que daba estaba cargado de una sensación de angustia. Aric estaba empeorando rápidamente, pero ahora Emily también parecía atrapada en una lucha invisible y extenuante.

Al llegar, Elio encontró a Emily recostada en una silla, su rostro pálido y marcado por un agotamiento inexplicable. Su respiración era pesada, y un leve temblor recorría su cuerpo.

—Emily, ¿qué ocurre? —preguntó suavemente mientras se arrodillaba a su lado, colocando una mano firme pero cuidadosa en su hombro—. ¿Qué sientes?

Emily abrió los ojos lentamente, sus pupilas parecían buscar algo en el vacío, y al reconocer a Elio, intentó esbozar una sonrisa, pero el esfuerzo fue demasiado.

—No sé… es como… —su voz temblaba, y una lágrima rodó por su mejilla—. Siento un vacío en el pecho, y no importa cuánto intente calmarme… no puedo respirar bien. Es como si algo… algo me jalara, como si me faltara una parte de mí.

Elio frunció el ceño. Las palabras de Emily solo confirmaban sus peores temores. Este vínculo entre ella y Aric, que debería haber sido una fuerza reconfortante, parecía estar volviéndose contra ambos en una espiral de dolor. Sabía que Aric también estaba sufriendo intensamente, lo había visto en su mirada y en su debilitado estado físico.

—Escucha, Emily, necesitas descansar. Yo me quedaré contigo, y haremos lo posible por estabilizar a Aric también. Pero no debes luchar contra esto sola—le dijo con voz firme—. Lo que sientes es un reflejo de lo que él está pasando.

Emily asintió débilmente, su respiración seguía entrecortada, pero se dejó llevar por las palabras tranquilizadoras de Elio. Mientras tanto, Amelia estaba en el cuarto de Aric, vigilándolo de cerca. Al verlo retorciéndose de dolor, con el sudor perlado en su frente y su respiración dificultosa, entendió que el vínculo con Emily estaba deteriorándose.

Se acercó, posando una mano en la frente de su hijo y susurró en voz baja, llena de una tristeza que intentaba ocultar:

—Aric, hijo mío… no debes perderte en la oscuridad. Emily aún te necesita, y el reino también. Debes luchar contra esto, no puedes caer.

Lazos de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora