XIV

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Estaba tranquilo fumando, apartado de los demás. Si me veían, sería un escándalo. Mientras exhalaba el humo, mi mente divagaba.

"Necesitas disculparte con Emily," insistió mi lobo, su voz firme en mi mente.

"No es tan simple," le respondí, irritado. "Lo hice para protegerla."

"No la protegiste, solo estás protegiendo tu orgullo," replicó con un bufido de cansancio.

Dejé de divagar cuando vi a Elio acercarse.

—Está por empezar el banquete. Emily ya está sentada —dijo serio.

Conozco a Elio; no dejará de tratarme con distancia hasta que me disculpe con Emily. No entiende que solo intentaba protegerla.

Apagué el cigarro y comencé a seguir a Elio hacia el gran comedor. La mesa era exageradamente enorme y llena de gente. En la punta, Emily parecía agobiada por la cantidad de utensilios frente a ella.

"Camina más rápido, ¿no ves que mi conejita está siendo juzgada por todos?" dijo ansioso mi lobo.

"Deja de exagerar," respondí mientras apreciaba disimuladamente el paso.

Me senté a su lado y vi cómo estaba a punto de agarrar el tenedor incorrecto. Si no intervenía, todos empezarían a susurrar tonterías. Disimuladamente, bajé mi mano y tomé su pierna.

"Es cálida," mencionó mi lobo, encantado por el contacto.

"No te emociones."

"Muy tarde," sentí el leve incremento de feromonas que comenzó a liberar para marcarla como de nuestra posesión.

Le apreté ligeramente la pierna para que me prestara atención.

—El de la izquierda —susurré con una sonrisa.

Emily me miró confundida.

—El tenedor de la izquierda del que vas a agarrar —le aclaré.

Entendió y asintió disimuladamente en agradecimiento. Estaba a punto de tomar el tenedor correcto cuando recordó que mi mano seguía en su pierna. Disimuladamente, bajó su mano y me dio un manotazo para que la retirara.

La miré molesto, pero ella me sonrió con calma.

—Gracias por la ayuda —me susurró, intentando mantener la compostura.

Asentí, retirando mi mano y volviendo mi atención a la cena. La velada continuó con los platos principales y la conversación entre los invitados, aunque la incomodidad entre nosotros era palpable.

Durante el banquete, no prestaba mucha atención a lo que pasaba, pero mi lobo estaba atento a cualquier comentario fuera de lugar hacia Emily. Nos encargamos de mostrar los colmillos discretamente para "asustar" un poco a cualquiera que intentara molestarla, y también vigilábamos que Emily no se equivocara con los cubiertos.

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