XXI

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Helena me seguía a todos lados, una sombra insistente y molesta que se negaba a apartarse

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Helena me seguía a todos lados, una sombra insistente y molesta que se negaba a apartarse. A cada paso que daba por los pasillos del castillo, ahí estaba ella, observando, con sus comentarios sugerentes y su presencia insoportable. Desde aquel maldito beso en mi despacho, se había vuelto casi omnipresente. **"Es como una espina clavada,"** gruñó mi lobo con disgusto. Tenía razón. Helena no me dejaba respirar. Lo peor de todo es que su insistencia en estar cerca de mí no pasaba desapercibida. Me sentía constantemente observado, juzgado... y ahora, mis hermanos estaban por llegar.

Ese día era crucial. Mis cuatro hermanos alfas estaban en camino para la reunión, y aunque estaba ansioso por verlos, la presencia de Helena añadía un peso extra a la situación. **"¿Cómo reaccionarán cuando la vean de nuevo?"**, me pregunté. Solo Darius sabía de mi pasado con Helena, y su mirada sería la más dura de soportar.

Cuando mis hermanos finalmente llegaron al patio, sentí un alivio inmediato al ver sus caras. Kael, el Alfa del Norte, fue el primero en bajar de su caballo y se acercó para darme una palmada en el hombro, seguido por Rowan, el Alfa del Sur, siempre con su porte confiado y despreocupado. Luego, Lysander, el Alfa del Este, con una sonrisa de complicidad, y por último, Darius, quien me miró con un destello de preocupación en sus ojos.

—Kael, Rowan, Lysander, Darius —les saludé con una leve sonrisa—. Me alegra que hayan llegado.

—Es bueno verte, Aric —respondió Kael, siempre el más formal—. Pero debo advertirte algo antes de que entremos —bajó la voz, mirándome directamente a los ojos—. Darius y Lysander están un poco… hormonales, por así decirlo. Se acerca su celo, y ya sabes cómo se ponen cuando eso sucede.

Asentí, entendiéndolo de inmediato. Había pasado por eso muchas veces. Como alfas, el control de nuestros instintos era esencial, pero el celo siempre complicaba las cosas. Agradecí la advertencia mientras entrábamos al palacio.

Una vez dentro, el eco de unos pasos resonó en el pasillo cercano, seguidos por una voz familiar que no podía confundir.

—¡Malditos zapatos! —se quejaba Emily con evidente frustración.

Mis hermanos y yo nos detuvimos en seco, girando la cabeza en dirección al sonido. Justo en ese momento, Emily apareció, lanzando un sombrero horrible al suelo, visiblemente molesta. Sin darse cuenta de nuestra presencia, se quitó los zapatos de un tirón y los revoleó, haciendo un gesto de alivio al liberarse de ellos. La escena fue, cuanto menos, peculiar, y mis hermanos la observaron con sorpresa y diversión.

—¿Esa es la futura reina? —preguntó Rowan, con una sonrisa juguetona mientras me miraba. Los otros alfas también esperaban mi respuesta, intrigados.

—Sí, ella es —respondí con una leve sonrisa.

Los ojos de mis hermanos se entrecerraron ligeramente, intentando disimular su sorpresa. "No saben que es de Drawinged, mucho menos que es humana," pensé mientras los observaba.

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