Capítulo 2.

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Rose

«Soy una zorra» mi mente ha repetido esto toda la noche mientras miro el techo «Engañé a mi novio, ¡Al amor de mi vida!»

La culpa de lo que siento no me dió otra opción más que dormir con papá y Gabriella. No me atrevo a mirar a la cara a David.

«¿Cómo fui tan tonta?» tuve que haberle dado una bofetada o mínimo patearle las pelotas como dije que haría pero no.... Me dejé llevar por el beso de un desconocido.

Trato de conciliar el sueño pero me es imposible, tuve que mentirle a papá y decirle que había discutido con David para que me dejara dormir aquí hoy.

Las horas pasan y yo sólo doy vueltas en la cama, en estos momentos quisiera subir a la terraza del hotel y lanzarme. Tomo mi teléfono y veo la hora «1:30» es sábado y lo único que me provoca en este momento es una cerveza o un tequila.

Me levanto de la cama silenciosamente yendo hasta la maleta de Gabriella donde tomo un par de vaqueros, sus botas y un abrigo. Tomo mi cartera percatando de llevar mis tarjetas y mi identificación y salgo abordando el ascensor.

Busco en internet algún bar cerca y que esté abierto a esta hora y encuentro Widok Bar, se ve algo lujoso para cómo estoy vestida pero es lo más cercano al hotel.

Abordo el taxi y en diez minutos estoy en el sitio.

Entro al lugar yendo hasta la barra, el lugar es hermoso y moderno y no ves gente desagradable por ningún lado.

—¿Qué te apetece tomar?  —pregunta el de la barra en un perfecto inglés.

Gracias a papá, Gabriella y yo desde pequeñas hablamos más de cinco idiomas, entre ellos italiano, francés, español y japonés.

—Una cerveza —coloco los codos sobre la barra— ¿O que me recomiendas?

—Vodka es la especialidad de Varsovia —recomienda.

—Que sea un vodka entonces —le sonrío.

Me coloca el trago sobre la barra y bebo shot tras shot olvidando el sentimiento de culpa que cargo. Me carga la consciencia que desde que ví a ese hombre en el salón desencadenó en mí una torrente de emociones, y me dejé llevar por ese beso, porque en el fondo si deseé que me besara.

Se sienta un castaño al lado.

—¿Bailas? —pregunta.

Niego.

—Estoy con mi novio, tranquila —señala la mesa— somos venezolanos.

Volteo a ver la mesa que señala, hay tres hombres y dos mujeres.

—Si quieres puedes unirte a nuestra mesa —se ofrece— no mordemos.

Me río, ¿Que más da? Me levanto de la barra tomando su mano, la cual me guía hasta el centro de la pista del bar.

—¿Sabes bailar tambor? —pregunta— ¡Yacok suéltate la de tambor! —le grita al de la barra.

Se levantan todos los de la mesa tomándome de la mano para enseñarme cómo se baila, les sigo el paso quitándome el abrigo y quedando en camiseta.

El sonido se apodera del bar, meneo las caderas al ritmo de la música que suena, todos me hacen sentir súper bien y logran por una hora hacerme olvidarme de todo hasta que los pies me duelen.

—Eres buena bailarina —dice uno de los hombres.

—Aprendo rápido —le sonrío.

Sigo bailando junto a ellos, amo la vibra que emanan y pasamos la próxima hora bailando tambor, salsa y bachata.

PELIGROSA ADICCIÓN | Jeon Jungkook +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora