Cuando las Williams llegan, todos se hincan ante sus pies.
Jeon Jungkook lo tiene claro y por ello tiene una regla: No enamorarse del enemigo.
¿Pero que pasaría si unos inocentes ojos azules entran en su corazón como una daga desgarrando todo a su...
Pierdo la vista en el techo mientras miro la hora en el reloj colgado en la pared, son casi las ocho de la mañana y yo no he podido dormir desde las tres de la madrugada.
La cabeza me duele y el pecho también, por alguna razón siento ganas de salir corriendo y me jode que los ojos azules no salgan de mi cabeza, de hecho, nunca salen. Pero hoy, hoy están más latentes que nunca.
Afuera llueve y Mishka ha estado inquieta desde la madrugada, no deja de aullar y la tuve que mandar a callar varias veces, salgo a la cocina buscando una taza de té o algo que me quite el maldito dolor de que me acompaña.
Me voy al balcón mientras detallo la lluvia la cuál cada vez se intensifica más, ella vuelve a aparecer en mi mente y me llevo la mano al pecho tratando de apaciguar la angustia que cargo no sé porque motivo.
El dolor de cabeza no se va y ella sigue siendo protagonista de mis pensamientos. El ardor en el pecho se intensifica por un momento y paso saliva cuando siento un vacío que desconozco, la taza de té cae al piso y Mishka se va a la puerta intentando salir.
—Para... —regaño al animal.
Sigue aullando, la cabeza me va a explotar y el que no deje de hacerlo me hace salir pidiéndole a Rick que salga a pasearla por los pasillos o no sé por dónde carajos porque está lloviendo.
Regreso a mi habitación cuando el malestar cesa y tomo el teléfono reparando el número y los mensajes con ella que releo una y otra vez.
Hago el amague de llamar pero me recuerdo que no puedo, me hice una promesa y esa es que ella sea feliz aunque sea yo quién pague la tortura de tenerla lejos.
Hago cambio de chip marcando su número de teléfono, «Quiero oírla» la línea repica pero nadie atiende, lo intento una, dos, tres y no sé cuantas veces hasta que en la última sólo me envía a buzón.
Me quedo con el teléfono pegado a la oreja sopesando el dolor y la ira de que las cosas terminaran así, paso toda la tarde marcando su número para sólo oír el mensaje de tono de buzón el cuál es la única manera que tengo de poder oír su voz una vez más.
«¡Hola! Soy Rose Williams, deja tu mensaje»
Llevo meses con el sufrimiento atascado en el tórax y con ese vacío que ya ni se cómo llenarlo porque ninguna se le compara, ninguna tiene sus ojos y ninguna es ella.
Cierro los ojos cuando se me encharcan, ¡Maldita sea! El teléfono se queda sin batería y sólo miro la pantalla oscura con el jodido nudo atascado en la garganta.
«Te amo Rose, te amo...»
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Este extra lo subí anoche pero faltó un párrafo y tuve que borrarlo, ya estoy escribiendo el cap 7 y sólo les puedo decir y pedir que recen por Rose.
