|Peligrosa Tentación| Capítulo 2.

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Rose

Abordo el auto que me lleva a ese lugar a dónde voy cuando quiero pensar, hace meses compré un apartamento en una zona privada de Bruselas, Arthur no lo sabe pero por alguna razón siento que debo preparar a Maddy para cualquier cosa, no quiero que si llego a faltar pase necesidades y por eso siempre me esmero para que esté cómoda y nada le falte nunca.

Trato de venir al menos una vez a la semana y me quedo dos o tres horas, el apartamento está vacío, sólo hay un sofá donde me siento a ver el atardecer y a pesar de tener una hija maravillosa y un hombre que me adora, no puedo mentirme y hacerme creer que estoy bien cuando muchas veces llega ese vacío que aún sigue aferrado a mí y se niega a soltarme.

Necesito esas respuestas que nunca tuve, el por qué de lo que sucedió pero lamentablemente se quedarán en incógnitas porque es mi pasado y a pesar de que Maddy lleva su sangre, no quiero que la vea porque nada me costó mantenerme viva y nada me costará seguir haciéndolo para que ella esté a salvo, y cerca de él no lo estará.

Me acuesto sobre el sofá toqueteando esas partes donde quisiera que él tocara, tengo tres años sin tener un orgasmo y aunque he intentado de mil maneras tenerlo yo sola, siempre fallo.

Fantaseo con sus recuerdos siempre y la boca se me hace agua cada que recuerdo los días en su apartamento, con Arthur no funcionó la primera vez y se que no funcionaría si volviera a intentarlo porque no es lo que ya probé, los besos no me saben a nada, no me mojan y no me encienden como lo hacía él con la mera presencia.

Salgo de esos pensamientos respirando hondo, miro la hora en el teléfono y ya debo regresar a casa así que apago todo y salgo abordando el auto, es el cumpleaños de la mamá de Arthur y debo ir a arreglarme junto con Maddy.

Busco el número en la pantalla y marco esperando que conteste.

—Señora Rose —habla la institutriz de Maddy— la niña está bien, estamos en sus clases de coreano.

—¿Coreano...? —la frase me deja fuera de base.

—Sí, —responde— el señor Arthur quiso que le implementáramos a Maddy lenguas asiáticas, además de italiano, español y francés como usted ordenó.

—Ah... —me centro en la vía— vale, ya voy para allá, ¿Me la puedes poner al teléfono por favor?

—Claro, en un momento.

Muevo los dedos inquieta sobre el volante.

—¿Mami? —la voz me hace sonreír.

—Te amo —le digo— ¿Estás en tus clases de idiomas?

—Te amo mami —responde— ¡Sí, me encantan!

—Si no quieres practicar alguno no tienes porque hacerlo, ¿Vale?

—¡Si quiero..! —contesta emocionada— 사랑해요

«Te amo» lo dice en un perfecto coreano y lo sé porque su papá me lo repitió toda la noche estando en la isla y me grabé la palabra.

—También te amo... —se me encharcan los ojos.

—¿Ya vienes? —pregunta— ¿Traes mi Barbie?

Miro al asiento de copiloto la caja con las barbies que compré.

—Si amor —me limpio las lágrimas— voy en vía.

Cuelgo la llamada, no me molesta que lo practique, sólo tengo sentimientos encontrados.

Jungkook

Toso cuando el humo que se esparce me tranca las vías respiratorias, la herida en la pierna no me deja caminar bien, tengo sangre en la frente y trato de buscar a Jin entre los escombros.

PELIGROSA ADICCIÓN | Jeon Jungkook +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora