Capítulo 9 - Acepto

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Lola

Mientras degustaba sus fideos favoritos, la sonrisa tonta que tenía dibujada en la cara, la estaba delatando...

Aunque estaba intentando estar pendiente de lo que le estaba contando su padre, su cabeza aún seguía en el taller y en la despedida con el idiota que la había perseguido hasta que su rodilla se había cansado correr.

- ¿Si acepto que tienes razón, que me das a cambio? - le había preguntado cuando la atrapó entre sus brazos.
- Solo por la satisfacción de que me des la razón, te doy lo que quieras - le había respondido recuperando el aliento.
- Una cena.

Su propuesta la había dejado descolada, pero su siguiente afirmación la descolocó aún más.

- Una cena. - Se reiteró ante su mirada de sorpresa. En la que dejes de ser la persona más cabezota del planeta y seas solo Lola.
- ¿Y qué gano yo, aparte de que asumas una evidencia?
- Qué yo sea solo Pedro - respondió sin titubear. ¿Aceptas?

Estuvo a punto de responderle que se lo pensaría, siguiendo la línea de su juego, pero su subconsciente le traicionó y respondió mucho antes de que su cerebro fuese capaz de procesar la información.

- Acepto.

No había dudado.

Tenía una cita con Pedro, con el idiota, con el crío, con el hermano de su mejor amiga...

- Me ha dicho tu hermana, que vienen al último partido.

Las palabras de su padre, al nombrar a Paula, lograron captar su atención.

- ¿Cuándo te lo han dicho?
- Mientras volvía a casa he hablado con ella por teléfono, te ha escrito, pero la has ignorado - respondió Ángel echándose a reír.
- Estaba dormida.
- Claro, claro. Eso le he dicho.
- Papá, cállate - le pidió poniéndose más roja que el mantel sobre el que estaban comiendo.

Si su sonrisa no la había delatado del todo, su reacción lo acababa de hacer.

Pedro

El sábado por la mañana, después de desayunar el enorme donut de chocolate que le había dejado guardado su madre, se puso a buscar las mejores rutas para hacer por el norte de España con la camper, quería tener más o menos claro el camino que iba a recorrer, aunque tenía la certeza de que, lo mejor en un viaje así, era terminar improvisando sobre la marcha.

Mientras contemplaba fotos de Llanes, que era donde tenía intención de empezar la aventura, se visualizó allí, solo que en su imaginación no estaba solo, sino con Lola, perdiéndose por los acantilados que sabía que se escondían en los pequeños pueblos de alrededor...

"El plan perfecto" se dijo a sí mismo.

Estaba dejando que su imaginación volase por los paisajes que estaba mirando, cuando, sin querer, empezó a ser consciente de que su reciente sueño de viajar por el mundo, estaba cambiando...

Qué coño, a quién quería engañar, ya había cambiado.

No era la primera vez que se imaginaba viajando con ella y no dejaba de repetirse, cada vez que se permitía soñar con vivir aquella aventura de su mano, que Pocahontas jamás aceptaría una locura así.

Así que, se obligó a dejar de fantasear con imposibles y salió de la pato cueva.
Ya tenía organizada su mañana. Iba a pasar primero por la panadería, a ver a sus padres y después había quedado a tomar algo con Lucas. Estaban planeando unas cuantas sorpresas para el "día D", a fin de cuentas, el testigo, el día de la boda, tendría que hacer algo más que firmar un simple papel...

Lola

- Miguel, cámbiame, no puedo más.

Estaban en el último set, iban a ganar, lo sabía y también sabía que, si seguía un minuto más en el campo, se le iba a partir la rodilla.

Todo con lo que NUNCA soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora