Capítulo 36 - Ni un ápice

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Pedro

Se supone que el amor, siempre encuentra un camino, así que no podía evitar preguntarse, porque en su caso, no había sucedido...

No tenía sentido arrepentirse de la decisión que había tomado, lo había hecho siendo consciente de lo que supondría en su vida y en ese momento, lo único que le quedaba, era aprender a vivir con las consecuencias.

Cuando su hermana le llamó esa mañana, después de dos días sin atreverse a contestar, decidió cogerlo.

- Bro, ¿se puede saber dónde estás? - le preguntó al descolgar.
- Estoy bien María, solo necesitaba airearme.
- ¿Airearte implica irte de casa y no coger el teléfono?

Rara vez María le había hablado con el tono en el que lo estaba haciendo y no podía culparla, irse como lo había hecho, no pasaría a la posteridad como una de sus decisiones más coherentes...

Cuando Lola se fue del parque, se negó a que alguien se atreviera a preguntarle por lo que había pasado y buscando aislarse de todo, cogió la camper y a Argos y emprendió un nuevo viaje.

Se había asentado en un pequeño camping cerca de la montaña y había invertido las últimas cuarenta y ocho horas en autoflagelarse.

No tenía que volver al taller hasta la semana siguiente, por lo que desaparecer, tampoco es que hubiese sido algo tan sumamente descabellado...

- Pedro, no sé qué os ha pasado... - continuó María - Lo único que sé - suspiró - Es que mi mejor amiga se va a Australia y que mi hermano, ha decidido que este era un buen momento para largarse a Dios sabe dónde.

Al escuchar esa afirmación, el dolor que parecía haberse ido mitigando con las horas, volvió a asolar como un tsunami.

Debería alegrarse, había logrado su objetivo.

Pocahontas, finalmente, se marchaba, pero al escucharlo, su cabeza se había visto obligada a asumir que probablemente pasarían años hasta que pudiese volver a verla...

- ¿Cuándo se va? - preguntó sin poder contenerse.
- El lunes por la mañana Pedro, no me ha dado más detalles...
- ¿Podrías hacerme un favor?

No sabía en qué momento se le había ocurrido una idea como aquella, pero quería que Lola entendiese, cuando ya estuviese en la otra punta de la tierra, que todo lo había hecho por ella.

- No sé si será una buena idea decirte que sí... - le contestó María demostrando la poca gracia que la hacía estar en medio - pero ya sabes que puedes pedirme lo que quieras.

En cuanto le explicó su idea, su hermana accedió.

Tendría que volver el sábado.

Necesitaba tiempo para poder prepararlo y para que María se lo diese antes de que fuese tarde...

- Gracias sister...
- Sinceramente, no sé qué voy a hacer con vosotros dos - afirmó.

"Ojalá pudieras hacer algo de magia con nosotros hermanita, pero ya no..."

- Te quiero bro - le dijo antes de colgar - Y hazme un favor, llama a mamá.

Si María estaba enfadada con él, no quería ni imaginarse cómo estaría Clara...

Aunque sus padres estaban acostumbrados a sus viajes, no llevaban tan bien que se fuese sin decirles nada.

Esa noche, cuando recobrase algo de fuerza, les llamaría para tranquilizarlos.

Lola

Increíblemente, cuando cogió el bolígrafo para firmar, no le tembló ni un ápice el pulso.

Tenía tantas ganas de alejarse de cualquier cosa que le recordase a Pedro, que estaba hasta agradecida por poder poner tierra de por medio.

Todo con lo que NUNCA soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora