Capítulo 10 - En mitad de la nada

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Lola

Sonaba Thinking out Loud de fondo.

La gente encuentra el amor de formas misteriosas decía Ed Sheeran y tenía razón.

Aún no podía llamar amor a lo que sentía por Pedro, pero esa declaración tan directa le había dado un pellizco al corazón.

En algún momento, el idiota con la sonrisa más cautivadora del mundo, tendría que contarle que significaba eso de que "llevaba años mirándola", pero sabía que el motivo por el que él había parado el coche en mitad de un arcén, no era para seguir con aquella bonita declaración, sino para que ella le explicase porque que había estado llorando... Y lo valoraba, valoraba que se hubiese dado cuenta de que no estaba bien, pero no quería hablar sobre ello, no quería empañar ese momento tan tierno hablando sobre algo que, por más que le doliese, no tenía solución.

Quería disfrutar de él, de esa noche, de la cena, de su tira y afloja constante y olvidarse del resto.

Así que, como respuesta, le acarició la mejilla con la yema de los dedos y Pedro, de forma automática, apoyó su frente contra la suya, buscando que sus miradas se encontrasen.

No le preguntó nada más. Se decían mucho más sin hablar.

Y estuvieron así, con las frentes unidas, el resto de la canción.

Rozando un nivel de intimidad inigualable...

Dios, se moría de ganas por besarle y parecía que él, la estaba leyendo la mente.

- No pienso ser yo quien lo haga Pocahontas.

¿Tan evidente era que se moría de ganas por volver a sentir el roce de sus labios?

"Idiota orgulloso" pensó jugando con su barba.

Esta vez, si la besaba, ni quería, ni podía esquivarle.

Pero como no lo hizo, le respondió:

- ¿Sabes? - dijo sonriéndole. Me está empezando a dar igual ser yo...

Pedro

Antes de que Pocahontas terminase de afirmar que era siempre ella la que daba el primer paso, él se lanzó directo a sus labios.

No con urgencia, pero sí con ganas.

Lo único que quería, era ver hasta dónde podía llegar esa increíble conexión...

El beso duró menos de lo que le hubiese gustado.

Lola, no podía resistirse a soltar una de sus míticas frases y con una sonrisa burlona, dejándole con ganas de más, afirmó:

- Qué conste, que te he dejado besarme, porque huir por la carretera, de noche, no me parecía una buena opción.

"Cómo no, la muy engreída tenía que soltarlo", pensó hilando una respuesta.

- Qué conste, que te he besado, porque me lo estabas pidiendo a gritos Pocahontas.
- Pero si no he abierto la boca idiota - le replicó acomodándose en su asiento.
- Fíjate lo poco sutil que eres, que no te ha hecho falta.

"Jaque mate" pensó y no pudo evitar reírse a carcajadas cuando vio su cara de indignación, podría acostumbrarse a la satisfacción que le acababa de producir dejarla sin saber qué decir...

Lola

Cuando Pedro aparcó el coche, después de más de una hora de trayecto, en la que se habían dedicado a gruñirse hasta por el aire que respiraban, por fin habían llegado a su destino...

Y menos mal, un minuto más y le hubiese terminado matando. No entendía cómo era capaz de morirse por besarle y dos minutos después ser incapaz de soportarlo. Omitiendo esa contradicción, bajó del coche. Ya era noche cerrada y lo único que podía ver a su alrededor era una especie de... ¿bosque?

Todo con lo que NUNCA soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora