Lola
Acaba de mandar un audio de nueve minutos y cuarenta segundos, en el que ponía en situación a María y a Drake. Estaba segura de que se iban a quedar en shock en cuanto lo escuchasen, pero teniendo en cuenta como se habían ido ambos, lo menos que podía hacer, era ubicarles.
Ahí tenían otra razón más por la que gruñir a Pedro, detestaba que tener que dar explicaciones y gracias a su fantástica idea de largarse, se había visto obligada a tener que hacerlo.
Tardó en contarle a sus amigos lo que les estaba pasando exactamente el mismo tiempo que tardó en llegar a su portal.
Nunca había andado tan deprisa, pero es que necesitaba saber qué se le había pasado por la cabeza al idiota para marcharse así.
Cuando llamó al timbre, con la esperanza de escuchar su voz por el telefonillo, se llevó una decepción.
Nadie contestó.
No había vuelto a casa y al darse cuenta de que había ido a buscarle en vano, su enfado empezó a aumentar a niveles desorbitados.
Podía intuir lo que le pasaba y le entendía, claro que lo hacía, ella probablemente también hubiese reaccionado de forma similar, pero que fuese capaz de empatizar con él, no quitaba que la estuviese sacando de quicio la falta de paciencia que él le estaba demostrando...
Pedro tenía que entender, que tomar una decisión como la que había tomado, en menos de veinticuatro horas, no había sido fácil y aunque lo tenía claro, se quedaba a su lado, tenían que hablarlo, como hacían las "parejas normales".
Frustrada, se sentó en el banco que había en la acera de enfrente.
Intentó, sabiendo que no serviría de nada, llamarle y tal y como esperaba, Pedro no se lo cogió.
Si su querido novio seguía empeñado en jugar al escondite, en cuanto le viese, iba a estrangularle...
Estaba decidiendo si volver a la cafetería o irse directamente a casa, mientras le maldecía en silencio, cuando escuchó unos ladridos que conocía a la perfección.
A unos diez metros de distancia, saliendo del parque, estaba Argos, moviendo la cola con entusiasmo.
El pequeñín tenía vista de lince y la había reconocido al instante.
- Argos, ¿puedes dejar de tirar? - le estaba preguntando el idiota al cachorro.
Por más que lo intentó, no pudo evitar que se le escapase una pequeña sonrisa al contemplarlos.
Vaya dos seres de luz tenía delante.
Al ver como Argos no dejaba de tirar de la correa, buscando acercarse, se levantó y demostrando en cada paso lo indignada que estaba con su dueño, acortó la distancia que les separaba.
- ¡Ven aquí gordito! - dijo olvidándose de Pedro y acariciando a Argos.
En algún momento el idiota que tenía sus ojos clavados en ella, tendría que empezar a asumir, que su perro se había cambiado de bando, a lametones le estaba demostrando, que, si empezaban una guerra entre ellos, él sería su aliado.
Pedro
Al tener a Lola tan cerca, se dio cuenta de que nunca estaría preparado para dejarla marchar, ni, aunque tuviese años para intentar mentalizarse...
Haber salido huyendo de la cafetería solo le había servido para retrasar una conversación que era ineludible, pero antes de seguir especulando, debía preguntárselo, tenía que saber si la brillante cabeza de Pocahontas había sopesado la idea de quedarse y para ser más concretos, necesitaba saber si el motivo por el que habría decido hacer una locura así, era él.
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Todo con lo que NUNCA soñé
Roman d'amourYA DISPONIBLE EN FÍSICO - A TRAVÉS DE MÍ o A TRAVÉS DE AMAZON Después de Llévame a luna y abrázame en el caos ⇩ Todo con que lo NUNCA soñé. ♡ Pedro y Lola, son como el día y la noche, lo único que tienen en común son las ganas irrefrenables que sie...