Capítulo 38 - El amor

25 8 12
                                    

Pedro

Siempre había sido consciente de la existencia del amor, pero no de cualquier clase de amor...

Había sido testigo de la existencia del amor verdadero, del que cala cada milímetro de tu ser y consigue que te conviertas en la mejor versión de ti mismo, aunque, nunca pensó, que él podría llegar a sentirlo.

Lo había visto desde la cuna... Vivía rodeado de personas que se amaban de forma incondicional.

Sus abuelos, fueron sus primeros referentes, jamás olvidaría las sonrisas que su abuelo, con el que compartía nombre, le regalaba a su abuela cuando aún vivía. También tenía como ejemplo a sus padres, que habían luchado contra viento y marea durante años para seguir eligiéndose día a día y después, le llegó el turno de vivir su historia de cuento a su hermana María. Había comprobado con sus propios ojos como ella y Drake superaban todos y cada uno de sus miedos para poder estar juntos.

Lo que ninguno de ellos había tenido la decencia de explicarle, era que cuando amas con todo lo que tienes y la otra persona desaparece de tú vida, se lleva una parte de ti, que por más que lo intentes, jamás consigues recuperar...

Habían pasado semanas y aunque a los ojos de los demás, parecía estar resurgiendo de sus cenizas, no podían estar más alejados de la realidad.

Cada día le costaba más entender en qué momento había decidido rendirse así.

Si no le había propuesto a Lola irse con ella, como le habían preguntado Clara y Fran, la única vez que se habían atrevido a sacar el tema, había sido, en primer lugar, porque no había valorado esa posibilidad, no se esperaba que tuviesen que enfrentarse a una decisión así al regresar a la realidad y le había sobrepasado que ella quisiese renunciar a lo que la hacía feliz solo por él y en segundo lugar, porque algo en su interior le había hecho verse a sí mismo como una carga para ella y no había sido capaz de demostrarla, que lo único él deseaba, era ver cómo cumplía todos y cada uno de sus sueños...

¿Y si se había equivocado?

¿Y si debería haber buscado una alternativa a simplemente y llanamente dejarla marchar?

¿Y si haber sido tan idiota terminaría siendo una decisión que marcaría el resto de sus días?

Cada vez que se montaba en la camper, sopesaba la posibilidad de marcharse...

Puede que recorrer Europa, como había planeado, le ayudará a sanar el corazón.

A fin de cuentas, eso era lo que él siempre había querido, solo que ya no lograba encontrarle el sentido.

El tiempo se le acababa y tenía que decidir qué hacer, buscar trabajo en otro taller, huir en busca de nuevos lugares en los que contemplar sus adoradas estrellas o seguir esperando una señal que le llevase de vuelta junto a Pocahontas...

- ¿Dónde os vais este fin de semana? - le preguntó Clara, esa tarde, en cuanto entró por la puerta.

Su madre, había dado por sentado que Argos y él, como cada viernes, se volverían a marchar.

- Este fin de semana nos quedamos - respondió acercándose a darle un beso.

Clara se sorprendió ante su espontánea muestra de cariño... La paciencia que estaba teniendo con él, teniendo en cuenta su actitud tan distante, era algo que ni en un milenio se lo conseguiría agradecer.

- Yo que te iba a decir que me iba contigo.
- Papá, yo a ti no te llevo ni a la vuelta de la esquina - contestó riéndose por primera vez en demasiado tiempo.
- Ya me pedirás algo, ya...
- ¿Cómo es que te quedas cariño? - le preguntó Clara con una deslumbrante sonrisa.

Todo con lo que NUNCA soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora