Capítulo 41 - Oui

32 7 16
                                    


Pedro

El ruido estridente del primer trueno, le hizo volver a la realidad.

No podría calcular durante cuánto tiempo había tenido acurrucada a Pocahontas entre sus brazos frente a la puerta número veintidós...

Tan pronto podría haber sido un minuto lo que duró ese abrazo, antes de que la tormenta eléctrica les avisase que acababa de llegar, o toda la eternidad, pero siendo sincero, en el punto en el que estaba, que las manecillas del reloj estuvieran corriendo, le había dejado de importar.

Lo único en lo que podía centrar sus sentidos, era en la mujer que tenía delante.

- Creo que deberíamos entrar... - le sugirió Pocahontas, buscando sus ojos.

Sus brazos, al escuchar al cielo tronar, habían dejado de sostener su cintura.

Se había visto obligado a soltarla, sí, pero había sido incapaz de alejarse ni un milímetro de ella...

La seguía teniendo tan cerca, que, en cualquier momento, sus frentes podrían chocar y, aun así, esa distancia tan insignificante, le estaba pareciendo un abismo.

- Qué conste que me parece ilegal tener que alejarme de ti después de cinco semanas... - le dijo dándose la vuelta, de mala gana, para poder recoger su equipaje.

Lo había dejado apilado a unos metros de la puerta, justo antes de llamar.

- ¿En serio han pasado cinco semanas? - le preguntó Lola haciendo sus propios cálculos mentales.

No le dio tiempo a afirmarlo.

En cuanto ella se dio cuenta de qué él llevaba razón, le dijo:

- No sé si estoy preparada para saber dónde estaremos dentro de otras cinco semanas.
- Pues supongo que estaremos por aquí... - contestó siguiéndola hacia el interior de su apartamento.

O al menos, eso era lo que él anhelaba, poder empezar una nueva vida junto a ella, allí en Australia.

- Yo diría que no... - le respondió Pocahontas, dejándole congelado.

Eso no se lo esperaba y por un instante, vio como todas las expectativas que se había empezado a crear, comenzaban a desmoronarse.

Lola

En otra ocasión, habría mantenido la expectación solo para chincharle, pero al ver la decepción en los ojos de Pedro, sintió la necesidad de volver a su lado para explicarle a qué se estaba refiriendo.

- Mírame - le pidió acariciándole la mejilla.
- Lola, escúchame - empezó diciéndole Pedro, mientras sostenía su mano - sé que es una locura que me haya presentado aquí y siempre puedo volv...
- Escúchame tú... - le interrumpió sabiendo perfectamente lo que el idiota iba a decirla.
- Hablo en serio Pocahontas, no quiero que te sientas...
- ¿Te importaría escucharme? - le repitió colgándose de su cuello.

Si no conseguía que se callase por las "buenas", iba a tener que besarle para lograrlo.

- Es que...
- Es que nada idiota... - le dijo justo antes de perderse en su boca.

Definitivamente, por las "malas", era la única forma de conseguir que no hablase.

Después de rozar sus labios, tuvo que tirar de un autocontrol que ni siquiera sabía que tenía, para ser capaz de soltarlos.

Ya tendrían tiempo de besarse, lo que tenía que confesarle en ese momento, si es que finalmente la dejaba, era mucho más importante.

- ¿Crees ahora que serás capaz de cerrar la boca y escucharme?
- ¿Y si no me callo vas a volver a besarme? - le preguntó el idiota, con una sonrisa tan bonita, que casi consigue deslumbrarla.

Todo con lo que NUNCA soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora