Capítulo 12 - Improvisando

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Pedro

Despedirse de Lola le había costado más de lo que esperaba, pero ambos tenían que volver a la realidad y su madre no le perdonaría que no se presentase a una comida familiar.

Así que, con la promesa de que se verían al día siguiente por la tarde, la vio bajarse del coche y guiñarle un ojo justo antes de entrar en su portal.

Estaba preciosa, con su coleta deshecha y esa mirada cargada de promesas que le tenía hipnotizado...

Cuando llegó a casa de María, su sobrina le recibió saltando como un monito a sus brazos.

- ¿Me habréis dejado algo no? - preguntó como si nada a su familia.

Solo se había retrasado una hora y había sido por una buena causa...

- A ti ni agua - respondió su padre fingiendo estar enfadado.
- ¿Nos vas a contar porque has llegado tarde o tenemos que sonsacártelo?

El cabrón de su cuñado, había ido directo al grano. Ese marcaje tan directo no se le iba a olvidar, así que ya tenía una tarea pendiente y eso que acababa de llegar... ese golpe bajó iba a devolvérselo.

- He estado con "mi chica" - respondió intentando que no se le notase demasiado que estaba mintiendo. Tengo las llaves del taller y quería aprovecharlo.

Por las miradas de su hermana, que le conocía mejor que nadie, supo que no había colado, pero ahí estaba Helena para salvarlo.

- ¿Cuándo puedo ir donde los coches a verla? - le preguntó la pequeña ilusionada.

"Salvado por los pelos" pensó al escucharla.

Gracias a la niña, la conversación se desvió y pudo disfrutar del risotto de setas tranquilamente. Se moría de hambre después del pequeño "viaje" y nada mejor para combatirlo que uno de los platos estrella de su hermana.

Aunque la calma... no duró demasiado.

Clara, cuando estaba terminando, abrió otro melón, quería organizarle una fiesta de cumpleaños.

- No cumples veinticinco todos los días y así aprovechamos y la convertimos en una fiesta de despedida...
- Mamá, por dios - le contestó ante su dramatismo. Me voy un mes, no diez años.
- Venga bro, que a mí también me hace ilusión - añadió María.

Le estaban dejando sin opciones, eran dos contra uno.

- Tenemos que pensar dónde lo hacemos, no podemos darle en cualquier sitio su regalo.

El que faltaba en la jugada, hasta su padre se estaba viniendo arriba con la idea de celebrarlo.

- ¿Y si lo hacemos en el pinar? - propuso Drake.
- Yo quiero tarta de chocolate.

Para cuando se quiso dar cuenta, su familia ya lo había organizado y habían conseguido generarle curiosidad ante su misterioso regalo.

- ¿Tu sabes lo que es Helenita? - le preguntó a su sobrina cuando se sentaron a jugar con la plastilina.

Si alguien podía contárselo, era ella.

- Es un secreto y los secretos no se pueden decir - le respondió dejándole pasmado.

Qué bien enseñada estaba la cría para lo pequeña que era.

- Oye, deja de intentar sacarle información a mi hija - le reprendió María al escucharlo.
- Ni que no supieras que no me gustan las sorpresas - contestó indignado.
- Esta te va a encantar, mamá ha pensado que te hará sentir menos solo cuando te vayas...
- Pequeña, calla - dijo Drake uniéndose a la conversación. Si sigues hablando, se lo vas a terminar contando...
- Ya sabes que guardar secretos no es uno de mis puntos fuertes amor.

Todo con lo que NUNCA soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora