Prólogo

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Blaz Busbiloky
24 años.
38 meses después.
3 años, un mes y 4 días después.
Rostov del Don, Rusia.
Torturando al dolor.
Jueves 12 de marzo.

Siento que la espalda se me va a caer. No tengo flujo sanguíneo en muchas partes del cuerpo, resisto los golpes con templanza y tenacidad, con fuerza y coraje. Siento como las manos se me quiebran rompiendo mis huesos en pedazos convirtiéndolos en cenizas. La presión es tanta que los gritos que contenía se esfuman. Las torturas van en aumento y mi torturador lo disfruta en exceso.

El grito está cargado de dolor. Un dolor que me perfora. Un dolor que me parte. ¿Qué hago? Lo necesario. Hago lo que se debe hacer para lograr lo que merezco. «Esto no es nada». Me grita mi cabeza. Me concentro en sonreír mientras siento el crujido bruto de mis huesos al quebrarse debajo de la aplanadora. Mis manos se vuelven papilla, pero asiento con la cabeza dispuesto a acabar esto de una vez por todas. 28 días. Llevo 28 días siendo brutalmente torturado. No he comido ni he bebido más que mis propios desperdicios.

El hambre es una perra que hace que se multiplique mi dolor. No hay agua limpia todo es oscuro. Todo es mierda. Toda ha sido mierda durante años.

    — ¿Esto es toda lo que tienes? — Reto a Gerónimo, quien es el encargado de mis torturas. Es quien escucha mis gritos y se alimenta como la parca de mi dolor. Gerónimo se ríe. Una carcajada repleta de una burla total. Después de la muerte de la hija mayor de Gerónimo termino la guerra en Irak en menos de dos meses. Masacró a miles de personas repletos de furia y dolor. Mato a niños y niñas, a mujeres y ancianos. Más de 25’000 personas murieron hace tres años por el rencor y furia que tenía nuestro general.

    — A mí me hicieron comer mierda en esta prueba, adivina quién va a comer tres veces más mierda que la que yo comí —. Además, que para enputarlo le dijeron que yo la había apostado por eso prolonga mi sufrimiento hace 32 días sabe que su hija fue puesta sobre la mesa como un pedazo de carne y yo me comí ese pedazo de carne.  Me lo comí con demasiado gusto y si me lo ofrecieran de nuevo no duraría ni un segundo en volvérmela a comer. No sabía lo que era sufrir hasta que la perdí. Lo que siento son cosquillas comparadas con lo que sentí. No siento dolor ante sus golpes.

La máquina deja de compactar mis dedos para que en un futuro se puedan reconstruir. Gerónimo no me da tregua de hecho hace una semana que no me deja dormir. ¿Qué ganan con esta mierda? Qué componentes con información demasiado compleja y valiosa no sedan ante el enemigo. Si no superó está prueba no podré ascender a coronel. Por eso Chernov no ha ascendido por qué no soporta tantos golpes. No soporta tanto dolor. Nos llevan a límites inhumanos para que seamos capaces de enfrentarnos a situaciones reales como estás y más ahora con los nórdicos. Nuevo grupo terrorista dedicado al exterminio y erradicación de soldados de las FMSE. Ofrecen de 100’000 dólares a 1’000’000 de dólares por cabeza de soldado dependiendo el rango.

La mía alcanza los dos millones de dólares, mientras que por la de Gerónimo dan cinco millones. Me detestan tanto como yo a ellos los aborrezco odio a cualquier persona relacionada con la mafia Rusa y a cualquier individuo que le quiera. He matado a muchas ratas estos últimos años. He superado límites morales y éticos, lo que hago se convierte en masacres, homicidios, genocidios, soy una bestia y todo el mundo lo sabe.

No hay ser humano que se me compara solo debo resistir más. Gerónimo se acerca con un mazo. Sonríe mientras impacta el mazo contra mí piernas. El dolor es brutal y escucho como el hueso se quiebra bajo el mazo. Un grito de dolor sale de mi garganta, trato de contener mi dolor, trato de no mostrarme débil. He perdido demasiada musculatura en este mes. Mi cuerpo se comió mis músculos. Hace años la piel de mi abdomen no se pegaba de esta manera a mis costillas. Mis piernas se ven menos musculosas y mis abdominales no están tan definidos. Mis piernas se rompen ante cada golpe que el mazo me da. Apretó la mandíbula tratando de contener mis jadeos de dolor.

La diosa del inframundo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant