Capítulo XVII

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“Para hacer la paz se necesitan dos; pero para hacer la guerra basta con uno solo”.

Arthur Neville Chamberlain.

Yacov Belov.
Moscú, Rusia.
Resurgimiento
4 años

Miro al hombre que me arrastra por todo el lugar, tengo miedo. No sé en donde está mi madre y odio que solo me tiren a un lado como si no tuviera valor. Me empujan y pisan como si no valiera.

   — Tal vez valgas más que tu madre —. Dice el sujeto que me arrastra por este lugar. Este sitio no huele a feo ni es desagradable, he visto muchos hombres con cortaduras y tatuajes, algunos llevan el cabello largo como yo. Otros están tapados y son terroríficos como el que me arrastra. Me mueve como si no pesará nada, el miedo me inunda, con cada paso que él da, sus pisadas son pesadas y mueven el piso, llegamos a una sala que aparece un salón real con un trono al fondo de esta.

En este trono está un hombre realmente alto. Camina hacia nosotros a pasos decididos, me hace temblar de miedo. Me observa con entusiasmo.

   —¿Por qué no tiene camisa y está todo andrajoso? —. Habla el hombre de cabello blanco; este tiene una barba en su rostro, el hombre es más grande que la persona que me sujeta de la muñeca con fuerza.

   — Su último amo lo mantenía desnudo, me sorprendí de que esos pantalones le quedarán —. Dice el hombre que me sujeta con fuerza. Veo la cara del sujeto con cabello largo.

   — Consigue le una camisa a la niña y manda a la trituradora a su antiguo amo, pero solo después de ser azotado y si tocó a la niña después de ser violado.

   — Señor, su antiguo amo es el H'el de Lípetsk matar a Razumov no será bien visto en nuestras filas —. Habla el hombre que me tiene.

   — Creo que será mejor visto que un pedófilo, además será una advertencia para los demás, no dejaré que mantengan niños desnudos en cualquier sitio —. Habla el hombre de aspecto severo.

   — Como ordene, señor, solo es un detalle, no es una niña, es un niño. Usted solicitó un esclavo para su hija, ya lo había encontrado antes de que me pidiera buscar a una niña —. Habla el hombre.

   — Él servirá de cualquier forma, consigue le una maldita camisa antes de que veo sus piojos encima de mí. Lavado llévalo con Inna para que se encargue de él —. El hombre afirma y después tira de nuevo de mí. Es demasiado fuerte y me mueve con facilidad, me fastidia que piense que soy una niña. Me lleva hasta la cocina en donde veo a un montón de hombres y mujeres preparando lo que quiero pensar es la cena. Me gruñe el estómago al ver todo lo que mueven por la habitación.

«Huele delicioso»

   — Inna ahí te lo mandan —. Dice el hombre tirándome a los pies de una mujer. Ella tiene el cabello blanco, ya van dos personas que veo con el cabello de este color el día de hoy.

   — ¿Y él? ¿De dónde salió? ¿Para quién es?

   —Lípetsk para tu hija El Boss quiere que la reina inicie a azotar a sus esclavos desde ahora —. El miedo me llega de nuevo, al parecer siempre tengo miedo. He visto como azotan a muchas personas algunas veces tenía que limpiar la sangre no me agrada esa idea. No quiero que me azoten.

   — Qué bonita. Llévala al cuarto de lavado; me encargaré de conseguirle ropa y un cepillo para su cabello —. Habla Inna. El hombre me levanta de un tirón y me mueve como si no valiera nada, como si fuera una hoja de papel, fácil de manejar. Me tira en la habitación más alejada, estamos cerca de las neveras. Mi estómago gruñe.

La diosa del inframundo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant