Capitulo XI

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“Si no existiera la gente común tampoco existirían las personas extraordinarias”
– Proverbio japones.

Nori Akanishi
20 años atrás.
The whispering room
5 años.

Mi padre es el samurái de la mafia japonesa mi madre es la Sika de la mafia japonesa y la segunda mujer más temida de toda Asia solo superada por la madre de Zinov la gran dragona, mi familia es de temer eso lo tengo claro, caminamos por longgang en la provincia de Jilin en China pasamos por medio de rocas, es de noche mi padre me tiene de su mano y sujeta la mía con fuerza, el agua está caliente a nuestro alrededor es un campo volcánico y nos internamos en la selva.

Mi padre sabe que hay algo mal en mí y dijo que me iba a curar, él me toma de la mano mucho más fuerte entre más avanzamos por la selva. Mamá no quería que lo dejara venir.

Caminamos, veo a la distancia dos estatuas de dragones, estas están enrollados en el tronco de dos árboles, tienen ojos rojos y cuerpos de oro se ven magistrales. Mi padre pone su mano dentro de la boca de uno, este enciende sus ojos ya rojos en un tono mucho más brillante.

El piso se abre y hay una especie de plataforma que deja de estar llena de rocas y tierra. Papá me sube a esta con él y está se inicia a bajar. Me siento un poco mareada.

Respiro el aire es muy pesado aquí, la capa de camuflaje vuelve mientras descendemos. Lo primero que ve es que todo está muy oscuro, solo hay una luz roja de la plataforma que alumbra, veo celdas en las paredes, muchas celdas seguimos bajando y solo veo más celdas, hay barrotes de metal resistentes.

En algunas celdas hay personas, que me gritan cosas en cientos de idiomas. Entiendo como me llaman perra. Me gritan atrocidades que me dan miedo.

«¿Qué es este lugar?»

«¿Por qué mi papi me trajo aquí?»

No sé qué es, pero me asusta, todo es muy oscuro, pasa como una hora bajando una hora donde solo me abrazo al cuello de mi padre. Los hombres no me dejan de gritar cosas horribles y ni los gritos de furia de mi padre hacen que se callen después de descender por mucho tiempo, no se escucharon ruidos de gritos sino susurros rotos y murmuros quebrados.

Al llegar al final del trayecto me doy de cuenta que la plataforma no baja más, miro hacia arriba encontrándome celdas a cada lado de esta fosa.

«¿Por qué no dejan de susurrar?»

Miro el lugar, ahora hay antorchas que iluminan la oscuridad, hay dos túneles, uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda, mi padre me sostiene de la mano bajando, me dé su pecho, deja de mantenerme en sus brazos, me lleva por un túnel.

Hay muy poca luz y pasan por mis pies ratas, ellas siempre han sido mis amigas, trato de parar para poder tomar una, pero mi padre lo impide, a lo lejos veo una luz, seguimos caminando y veo un charco de agua, sale humo de este, lo pasamos caminado sobre el agua. Veo las paredes encontrándome con manchas rojas. Huele a sangre. Han muerto personas aquí

Siento algo mohoso, algo pegajoso en mis manos al tocar una pared, es una sensación viscosa, me fijo en una mancha, está parece un ojo. ¡No otra vez! Todo siempre parece ojos y a veces bocas y me hablan, todo me habla y ¡eso no le gusta a mami!

Seguimos caminando ahora yo con mis ojos cerrados, cuando llegamos al finalizar tengo barro en mis piernas y mis zapatos blancos ahora están llenos de barro. Veo una enorme habitación, veo a mujeres. Muchas mujeres.

Estas están en adornadas y no tienen ropa en sus cuerpos. Escucho una gritar mientras dos Tengus la tienen mientras otro la ópera grabando un procedimiento quirúrgico sin anestesia. Apretó la mano de mi padre con fuerza. Tengo miedo. Tengo mucho miedo.

La diosa del inframundo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant