Capítulo XXXVI

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“El campo de batalla es una escena de caos constante. El ganador será el que controla el caos, tanto el propio como el de los enemigos”
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—Napoleón Bonaparte.

Asteria Magno.
Depravación.
217 días cautiverio.
Lunes 23 de septiembre.
5 209 horas en encerrada.
18 751 400 segundos en cautiverio.

¿Qué hago? Mi mente trabaja a mil por hora tragarme a mi bebé o la droga de la sumisión ¡No quiero ninguna de esas opciones! ¡Lo odio!

   — Me lo voy a comer —. Al menos con eso no podré volverme adicta si me drogan no sé cómo salir de ahí. No sé si se puede salir de ahí, solo recuerdo a Nala gritando y llorando suplicando por la droga mientras pataleaba. Esa mierda te hace adicto de maneras inimaginables.

Cierro los ojos dejando que las lágrimas me atraviesan el pecho con todo lo que tienen. El martilleo es segador, mi corazón bombea sangre con fervor, no puedo creer que vaya a hacer esto. No puedo pensar que ellos quieren que haga algo tan despreciable y bajo. Abro los ojos para observar cómo Izkra saca una cámara de no sé dónde y comienza a grabar.

«Quiere filmar mi dolor». Veo la sonrisa tétrica y macabra de su rostro, perra maldita. Veo la luz roja que ilumina la maldita habitación. Está grabando.

   — Demos un saludo a nuestra sargento Magno una soldado de la élite mundial en la milicia con listones de lucha contra la corrupción, lucha contra el contrabando de armas, lucha contra el secuestro, lucha contra el tráfico de animales silvestres, lucha contra el narcotráfico lucha contra el lucro y la usura les presento a mi rusalka—. La mujer habla de quién soy, da detalles sobre mis logros dentro de las FMSE ella se acerca grabándome, la cámara me enfoca —. Es la quinta mujer en ser sargento y hoy está aquí arrodillada y sometida por quien por mi Izkra Moguilévichova la reina de los narcisistas, saluda icono de la belleza, reina de la hermosura y princesa de la moda.

La loca se ríe burlándose cruelmente de mi sufrimiento y de mi apariencia.

   — Hoy tenemos aquí este pedazo de carne, la sargento no ha comido en un mes nada —. Ella sigue hablando con demasiado orgullo de mi sufrimiento como si este no valiera más que miserias —¿Qué opinan, se lo come o no sé lo come?

Mi estómago ruge con hambre. No puedo hacer esto. Eso es fallar me a mí misma, lastimarme. Solo debo pretender comerlo. Yo los debo engañar, no voy a dejar que acaben conmigo. Ikram me tienen una bandeja en donde veo la pierna está blanca cierro los ojos y me concentro debo hacer que se marchen quiero que se vayan y no regresen jamás.

   — Traga—. Su orden es poderosa, yo tomo el pedazo de pierna entre mis manos, esta es pequeña y las lágrimas me vuelven a atravesar. Baño mi alma con lágrimas mientras sigo tratando de hacer lo que me pide. Mis manos tiemblan y el dolor me consume.

«¡No puedo hacer esto!»

   —Por favor no hagas esto —. Le hablo con demasiada lástima, le imploro que no me obligué —. Te perdono. Te perdono los golpes, te perdono las fracturas y los desgarros, te perdono las lágrimas y que me tengas en este maldito lugar, te perdono mi dolor y mi sufrimiento, pero esto jamás te lo voy a perdonar te lo suplico no me hagas esto.

El hombre me mira, se levanta, su sombra me oculta. De la cámara camina hacia mí hasta queda a mi nivel, me toma del mentón y me besa. Me dejó besar no me importa, no me importa con tal de que no me haga comer a mi propio hijo. Muevo mis manos hasta tocarle la cara y lo acarició, Ikram se cierne sobre mí, su hermana sigue grabando. Gimo por qué no sé qué más hacer. Lo toco y dejó atrás el dolor que me causa cada vez que me viola.

La diosa del inframundo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant