Capítulo XXXV

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“La gloria es fugaz, pero la oscuridad es para siempre”.

—Napoleón Bonaparte

Asteria Magno.
Control.
217 días cautiverio.
5 208 horas en encerrada.
18 748 800 segundos en cautiverio.

Sé que vendrá, sé que él vendrá hoy y estoy muy asustada. Eran gemelos, iba a tener dos bebés, uno, nació deforme, pensé en aniquilar mi existencia, pero al ver al otro bebé solo pensé en mostrarle lo hermoso del mundo, de enseñarle lo que me enamoraba de la vida. Sé que lo que voy a hacer está mal y pueden pasar muchas más consecuencias que ventajas, pero dejo al bebé inconsciente. No voy a dejar que lo lastimen; mi mundo se ha reducido a él, a su mera existencia, es pequeño, es un poco pequeño, lo sé y está demasiado delgado, pero es mío y voy a dar mi vida por él.

Lo dejo inconsciente en el túnel que cabe.

   — Ikram jamás te va a dañar lo juro—. Le prometo, le beso su cabecita y lo cubro con la manta, veo como respira, lo dejo en el hueco, este lo cubro con tela y mucha colcha del colchón. Pongo el pedazo de espejo y después muevo el armario sellando la entrada al túnel. 

Tomo al otro bebé, lo tomo en mis brazos, está frío, su cuerpo se ha iniciado a descomponer, realmente duele verlo. La piel pálida, sin vida, me atormenta de por vida.

   — Perdóname —. Le susurro, lo bañé, le hice ropa para él. La mejor que pude hacer sin ni siquiera una aguja e hilo. Lo abrazó a mi pecho sintiendo su cuerpo pequeño. Sé lo que debo hacer y debo ser muy cuidadosa. He roto de nuevo el espejo, solo debo cortar no tan profundo para que pueda detener el sangrado y realmente piense que me quería suicidar. Esa es la mejor manera de que no encuentre a Egeón. Le he puesto ese nombre por qué nació en medio de una tormenta y traerlo al mundo fue un tormento repleto de dolor.

Miro a Aegon y le doy muchos besos en su cuerpecito realmente lo adoro y verlo me recuerda mi despertó la forma tan brutal en la que mi desosiego me tenía envuelto tomo el vidrio del espejo y lo entierro en mi brazo no sobre la vena, sino cerca de esta la sangre sale seca solo deseo engañarlo, solo deseo burlarme en su cara para después salir de aquí. Sigo con la otra mano me entierro el vidrio no tan profundo, pero lo suficiente para que la sangre salga de mis brazos manchándome con fuerza.

Me acuesto en la cama y me concentro en derramar lágrimas, no es muy difícil todavía duele saber que perdí. Mi rostro queda manchado de lágrimas que se acumulan con demasiada intensidad. Escucho los pasos pesados después la puerta abriéndose y lo veo. Cierro los ojos mientras la sangre sigue saliendo de mis brazos.

Ikram se mueve con fuerza llegando a mi lado.

   —¡Joder! — Grita moviéndose hacia mí, me toma de los brazos en donde solo ve mi sangre. Izkra se mueve corriendo por la puerta de metal hacia la bodega de suministros supongo. Ikram me toma de la cara —¡Me volviste a joder! ¡¿Qué mierda has hecho?!

Mi cuerpo está endeble y sin movimientos me dejó zarandear fingiendo inconsciencia. Me quita al bebé del pecho y lo toma.

   — Sabía que iba a nacer muerto —. Dice Izkra llegando me inyecta coagulantes que me hacen dejar de sangrar, Ikram, me cose las muñecas con hilo, me da puntadas que juntan mi piel abierta —Está deforme Oranja lo convirtió en un adefesio.

Eso me llena más de lágrimas por qué su cuerpo no es nada grato a la vista.

   — Ponle depo-proberal su cuerpo no es digno de tener a mis hijos —. Mal nacido «Lo odio». «¡Lo odio tanto!»«¡Lo detesto!» «¡Detesto verlo!» «¡Detesto olerlo!»«¡Detesto sentirlo!». «¡lo detesto con toda mi alma!» «¡Lo aborrezco!». Y me voy a desquitar esto no se acaba, lo voy a dejar en la ruina, apenas salga de aquí.

La diosa del inframundo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant