Capítulo XLII

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“Podrás perder mil batallas pero solamente al perder la risa habrás conocido la auténtica derrota”.

Ho Chi Minh.

Asteria Magno.
Exaltación y apatía.
219 días cautiverio.
5 257 horas en encerrada.
18 925 200 segundos en cautiverio.

La lluvia me está apuñalando. Se siente realmente cruel estar sola en medio de la maldita tormenta. Además de que tengo muchísima hambre. Mi estómago ruge como el demonio. Este se quiere salir de mi cuerpo para comer algo. No tengo energía. No me puedo mover de lo agotada que estoy. Las lágrimas me abandonan y se mezclan con el suelo repleto de agua.

El sonido de mi estómago suena por todo el lugar creando ecos de dolor perpetuo.

   — Traga —. Me ordena una voz demandante no veo a nadie solo mucha, mucha agua. Esto no es real. Algo en mi mente me lo grita, pero no estoy segura. Mis sentidos me engañan esto es demasiado real, siento el descender del agua por mi piel. Mi cuerpo está sumido en un temblor por el frío y el dolor. Sigo temblando de rabia supongo.

«Concéntrate».

«Piensa».

Viste a Nala y a muchas personas sumidas a esta droga. Estaban felices en la primera etapa de esta. No tenían vida en la mirada, pero algunas sonreían. Supongo que la droga te hace ir hasta el éxtasis de la realidad por eso te vuelves dependiente ¿Quién no desearía vivir siempre su mejor momento?

Etapa uno exaltación: Mi cuerpo debió liberar neurotransmisores en exceso. Me lleno de dopamina serotonina, y oxitocina afecta mi sistema nervioso central supongo que áreas como mi núcleo accumbens, se activó, lo que me genera sensaciones de placer y euforia. Debí tener las endorfinas por el cielo.

Etapa dos, apatía: Aquí es lo más difícil porque pasamos de una liberación masiva de neurotransmisores a una liberación nula o deficiente. Mi actividad en el sistema límbico se reduce lo cual me va a generar dolor, pero necesito verlo. Si me mantengo drogada lo voy a perder. No sé cuánto tiempo he estado aquí él necesita que lo cuide y lo alimente.

Escucho un llanto y este llanto se multiplica por mi cabeza. Está llorando. Él está llorando ¿Esto es real? Le estoy dando a mi cabeza cuerda para que me destruya. Me levanto de mi lugar. El agua se acumula a mi alrededor no sé lo que pasa todo es nuevo es como una capa que nubla mi visión. Debo enfrentar el dolor. Él está vivo y no voy a dejar que se muera. No puedo.

Camino mientras la lluvia me baña la cara. Mis pasos son lentos sin cuidado. Debo escuchar el llanto. Algo me arde en el interior al escucharlo llorar. Debe estar asustado me golpeó contra algo muy duro. Caigo al agua. ¡No tengo nada al frente!

Me arde la cara ¿Con que carajos me pegue? Levanto las manos y siento algo es la pared ¿Qué pasa?

La pared es real, la palpó ya había palpado todo el lugar por eso descubrí el error en la infraestructura de este faro debo palpar toda la pared hasta encontrar el agujero que cabe. Allí está. Tocó la pared con mis manos lo que veo no tiene sentido así que cierro los ojos solo tocó la pared, doy pasos torpes tropiezo con algo, caigo al suelo. La maldita bola. Recuerda. Oblígate.

«La droga no me puede hacer ceder».

Maldita mierda. Vuelvo a tropezar, pero sigo caminando llegó a la cama. Estoy avanzando. Sigo palpando la zona mis dedos no dejan de sentir el material de las sábanas. Sigo caminando escucho el sonido de la bola siendo arrastrada. Los sonidos se mezclan se entrelazan el ruido de la lluvia el llanto del bebé y la bola de metal siendo arrastrada. 

La diosa del inframundo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant