Capitulo IX

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“En las amarguras desearéis la dulzura, y en la guerra, la paz.”
– Santa Catalina de Siena.

Eliana Romasanta.
Mutismo
355 días antes.

     — Blaz Busbiloky aceptas a Eliana Romasanta como tu esposa —. Pregunta el rey está arrodillado, yo estoy sentada al lado del gladiador de ojos grises

     — Acepto, Ich akzeptiere meine nixe als meine Frau— No entiendo lo que dice en alemán. Y me da mucha risa así que río.

     — Eliana Romasanta…

     —¡No! ¡Soy la ninfa Maya! Soy una de las diosas de la Montaña—. Grito.

     —¡Cáselos ahora!— Grita una guerrera en armadura poniendo en la cabeza del rey un revolver.

     — Ninfa Maya… aceptas a Blaz Busbiloky como tú… esposo — Afirmó mientras sonrió.

     — Los declaro marido y mujer —Habla el rey de todos nosotros, lleva un cetro y una espada, está temblando parpadeo viendo al rey nuestro caballero tiene otra pistola apuntándole hacia su cabeza.— Puede besar a la novia —Dice el rey me muevo hacia el apuesto gladiador él me toma de la cara y me besa sellando un contrato.

5 horas antes.

Una fiesta me han invitado al cumpleaños número 27 de Brus Moore. Nunca pensé que me desearan en una fiesta y mucho menos en una tan bonita como la que se va a llevar a cabo. Veo desde mi lugar como brilla el candelabro que adorna la sala de estar de la suit, Dasha está aquí conmigo al igual que Isabella quien me tratan con el mayor respeto posible ambas son gentiles y me han ayudado a adaptarme a la central rusa me ayudan a trenzar mi cabello a dejar de usar maquillaje me enseñan tácticas de batalla y pequeños detalles para que pueda mejorar.

Aun así, ella no han logrado que deje de estorbar y mejore. Todos me llaman estorbo, nadie me quiere en este comando, me tratan de inepta e inútil, pero no quiero rendirme, solo llevo tres meses en esa central, tres meses en donde me encerraron hasta que logré armar un motor sola, un motor funcional.

Sigo con el otro mechón de cabello aplanándolo con la plancha, mi cabello ya está listo, mi piel ya está maquillada, me veo hermosa, dejo de alistar mi cabello para ponerme el vestido, tomo el vestido negro que me pongo deslizándolo por mis piernas, caderas, abdomen y demás. El vestido es demasiado ajustado y Dasha junto con Isabella suben la cremallera, este se posa en mi cuerpo como un guante a la medida. Me pongo algunas joyas de plata con diamantina sigo con adornos plateados para mi cabello y unos tacones plateados.

Una vez estoy lista miro a Isabella quien lleva un vestido que no deja ver demasiado bien su figura, se nota que es preciosa, pero el vestido la opaca un poco. Dasha luce como un puto diamante, nadie brilla más que ella es preciosa y el vestido color bronce la deja aún más brillante. Escucho un golpe en la puerta de nuestra habitación.

    —¡Voy yo! — Dice Dasha mientras se pone un par de aretes, al abrir la puerta de la suit vemos a Viggo a su lado Roz que luce simplemente exquisita en un vestido rojo que la hace brillar como si fuera lava pura sus curvas son de infarto esa mujer es dinamita pura.

    —¿Están listas? — Pregunta ella. Viggo lleva un vestido color rojo sangré que combina con el vestido de Roz. Sonrió mientras tomo mi bolso.

    — Si —. Responde Isabella mientras se pone el abrigo que hace que su cuerpo brille como su cabello. Salimos al pasillo caminando veo como muchos hombres, botones y huéspedes nos mira deseosos por probar nuestros cuerpos. Sigo caminando siempre he conocido ese poder en los hombres. Mi cuerpo está envuelto en un abrigo negro. Al entrar al ascensor veo a un grupo de cuatro hombres que al vernos nos dan silbidos.

La diosa del inframundo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant