Capítulo 8

31 5 10
                                    

Elías

Marcos, Amanda y yo habíamos decidido salir a cenar para ponernos al día con nuestros días . Como no tenía idea de dónde quedaba el centro comercial y tampoco tenía ganas de conducir, le pasé mi dirección a Marcos para que viniera a recogerme. Se suponía que Amanda nos esperaría en el centro comercial, pero para mi sorpresa, apareció en la puerta de mi apartamento.

Ambos bajamos en el ascensor, disfrutando de una charla amena hasta que nos encontramos con Marcos. La cena prometía ser tranquila entre amigos, llena de risas y anécdotas.

Una vez que subimos al auto, Marcos me saludó con un entusiasmo contagioso y nos pusimos en marcha hacia el centro comercial. La música sonaba suavemente de fondo, creando un ambiente relajado mientras íbamos conversando sobre lo que habíamos hecho últimamente. Sin embargo, mi tranquilidad se vio interrumpida cuando, al llegar al centro comercial Justo en el lugar donde íbamos a pedir la comida , divisé a Bella, la vecina gruñona. La había visto desde antes de subir las escaleras y me mentalicé para no hablarle; su actitud siempre había sido distante.

A pesar de mis intenciones, algo dentro de mí me impulsó a acercarme. No sé por qué, pero sentí la necesidad de saludarla, a pesar de que su expresión claramente mostraba que no era fan de mi compañía. Justo cuando estaba a punto de dar ese paso, Amanda me dijo:

—¿A dónde vas? ¿Quieres que te acompañe?

—Solo voy a hacer algo rápido —respondí, intentando disuadirla con una sonrisa.

—¡Voy contigo! —insistió, iluminando su rostro con una expresión de entusiasmo inquebrantable.

Me negué, y ella pareció comprender, así que comencé a caminar hacia donde estaba Clarisse. Pero, para mi sorpresa, al llegar a su lado, vi a Amanda justo detrás de mí, con una mirada decidida.

El ambiente se volvió tenso en cuestión de minutos. La actitud de Amanda hizo que enarcara una ceja; Clarisse, incómoda ante la situación, decidió irse casi como un rayo, dejando tras de sí una sensación extraña que me hizo cuestionar lo que acababa de suceder. Una vez quedé solo con Amanda, me solté sutilmente del agarre de su brazo.

—¿Qué se supone que fue eso, Amanda? —le pregunté, tratando de mantener la calma.

—¿Qué? ¿Ahora no puedo agarrarme de tu brazo? —respondió con un tono juguetón.

—Sabes a qué me refiero. Parecía que estabas marcando territorio.

—No seas tonto. Eres mi amigo; no haría eso. Vamos con Marcos —dijo antes de que pudiera replicar algo más, comenzando a caminar mientras sus tacones resonaban en el suelo.

Bufé y la seguí. Después de disfrutar de una cena deliciosa llena de risas y anécdotas divertidas, Amanda decidió que era hora de explorar las tiendas del centro comercial. Se metió en varias boutiques mientras Marcos y yo nos quedamos fuera esperando pacientemente.

—¿Cuánto tiempo crees que se va a tardar esta vez? —bromeó Marcos, mirando hacia la entrada de la tienda.

—No lo sé, pero espero que encuentre lo que busca .

Amanda apareció con un vestido brillante en la mano.

—¡Chicos! ¿Qué opinan de este? —exclamó mientras hacía una pose exagerada.

El Chico Del Balcón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora