Capítulo 17

24 6 16
                                    

Clar

¿Alguna vez has pasado por una de esas situaciones en las que te arrastran a un lugar que no querías ir, pero al final terminas disfrutando? Pues eso me pasó a mí cuando vi a Astrid colocándose un poco de rubor y gloss frente al espejo.

Era una tarde tranquila, y yo solo quería quedarme en casa, sumida en mis pensamientos y mi serie favorita. Pero Astrid, con su energía contagiosa, tenía otros planes. La vi mirarse con atención, asegurándose de que cada detalle estuviera perfecto.

-¿A dónde crees que vas tan arreglada? -le pregunté, intentando sonar indiferente, aunque la curiosidad me consumía .

-Nos invitaron a una cena con los vecinos -respondió ella, sonriendo mientras aplicaba un toque más de gloss.

Mi corazón se hundió.

-¿Cena? ¡No! Yo no quiero ir a eso. -Me negué de inmediato, cruzando los brazos como si eso pudiera protegerme de la situación.

Astrid se volvió hacia mí, su expresión cambió rápidamente de alegría a preocupación.

-Vamos. ¡Solo será una cena! Además, necesito tu apoyo ahí. ¿un dos Pa do?

-¡No! ¡Yo no quiero ir!

Astrid se rió nerviosamente mientras seguía preparándose.

-Vamos, no seas así. Solo será una cena divertida. Te prometo que no será horrible.

-¿Divertida? ¿Con ellos? -dije, arqueando una ceja. -Prefiero quedarme en mi cueva.

-¡Pero eso no es una opción! -exclamó, girándose hacia mí con determinación. -Tienes que salir de tu zona de confort. Además, ¡no me dejes sola! Mael me va a enseñar una nueva receta y tú vas a degustarla.

-¿Ese chico que te gusta? -bromeé, disfrutando con cada palabra de su creciente incomodidad.

Astrid se sonrojó, un tono rosado que contrastaba con su maquillaje perfectamente aplicado. Comenzó a juguetear nerviosamente con sus labios pintados, como si intentara distraerme de su reacción.

-Cállate -respondió, intentando sonar seria pero su voz delataba su diversión.

-Uhhh, a alguien le gusta Mael -dije con una sonrisa pícara, disfrutando del momento.

Astrid, en un ataque de frustración juguetona, tomó un cojín del sofá y me lo lanzó con fuerza.

-¡Suerte en tu cita! -grité mientras me daba la vuelta para ir hacia mi habitación. Pero antes de que pudiera cerrar la puerta, Astrid me sujetó del brazo con suavidad y me miró con esos ojos brillantes que siempre parecían pedir ayuda.

-Vamos, por favor. Solo esta vez. Si no te gusta, prometo llevarte de vuelta a tu cueva inmediatamente -dijo con un tono casi suplicante.

-No me hagas esos ojos -la miré fijamente, intentando resistirme a su encanto. Pero ella hizo una trompita tan adorable que no pude evitar sonreír a pesar de mí misma. La odiaba por ser tan persuasiva.

-Porfis, porfis -insistió, haciendo un puchero que era simplemente irresistible.

Suspiré profundamente, sabiendo que estaba perdiendo la batalla contra su insistencia y ese gesto encantador que siempre funcionaba en ella.

-Está bien... pero solo porque me debes una por arrastrarme aquí -respondí finalmente, cediendo ante su entusiasmo desbordante.

La expresión en el rostro de Astrid cambió instantáneamente; sus ojos brillaron con alegría y satisfacción.

El Chico Del Balcón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora