Clar
Levantarme de la cama es un verdadero desafío. La razón: el inicio de un nuevo cuatrimestre, algo que, como menciono, me llena de ansiedad. Es un cambio que trae consigo muchas expectativas y nervios, y no puedo evitar sentirme un poco abrumada.
Con un suspiro, me lanzo de la cama y, a regañadientes, me meto en la ducha. El agua caliente me ayuda a despejar la mente mientras sigo mi rutina habitual. Me visto de forma casual, optando por un conjunto cómodo que me haga sentir bien. Cuando finalmente salgo de mi habitación , Astrid ya está lista, radiante y llena de energía. En el mesón del comedor hay unas pequeñas panas que ha preparado para el desayuno.
—Tu desayuno —dice con una sonrisa alegre.
Mientras tomo mi mochila y la guardo junto a la suya, siento una mezcla de gratitud y emoción.
—Ya nos vamos a la universidad —respondo, sintiendo cómo los nervios comienzan a apoderarse de mí.
Salimos del edificio del departamento y nos dirigimos al estacionamiento subterráneo. La luz del día se filtra a través de las ventanas mientras bajamos las escaleras, y el eco de nuestros pasos resuena en el silencio del lugar. Encontramos el auto rápidamente; Astrid se sube al volante con confianza y enciende el motor.
Maneja hacia la universidad, que queda a solo cinco cuadras.
La verdad es que preferíamos ir en auto porque al caminar había demasiadas personas, especialmente en el primer día de clases, cuando todos parecían estar en un frenesí de emoción y ansiedad. Me había tenido que mentalizar toda la semana para aceptar que volvería a la universidad rodeada de miles de estudiantes bulliciosos. Aun así, sé que mis audífonos siempre son mis mejores aliados para encontrar un poco de paz entre tanto ruido.
Doy leves respiraciones, tratando de calmar la ansiedad que se enreda en mi pecho, mientras juego con las llaves que traen un llavero que me regaló mi hermano Williams. Es un pequeño dinosaurio de colores brillantes, y cada vez que lo toco, siento un poco de su energía positiva fluir hacia mí.
Finalmente, llegamos al parqueo de la universidad. El lugar está repleto de autos y estudiantes que se mueven como si formaran parte de un gran hormiguero. Astrid estaciona el auto con habilidad y apaga el motor. Nos miramos, ambas sintiendo la mezcla de emoción y nerviosismo en el aire.
—Aquí estamos —dice Astrid, acomodándose la mochila—. Pero antes de que se me olvide, tengo que ir a buscar mi horario. ¡No sé cómo lo olvidé!
—No pasa nada, ve tú. Yo me voy hacia la biblioteca; necesito un momento para despejarme —le respondo con una sonrisa.
Astrid asiente agradecida antes de salir del auto y dirigirse rápidamente hacia el edificio principal. La veo perderse entre la multitud, su energía aún vibrando en mí.
Yo bajo del auto y escucho el pip del seguro ,Con un suspiro profundo, empiezo a caminar hacia el lado de la biblioteca, donde siempre encuentro un poco de paz. Es el lugar más tranquilo para esperar el toque; allí puedo desconectarme del mundo exterior por un rato. Mientras camino, coloco mis audífonos y dejo que la música fluya a través de mí, creando una burbuja sonora que me aísla del bullicio universitario.
De repente, mientras avanzo con el ritmo de Perfect en mis oídos, siento que me tambaleo. Un instante de sorpresa me paraliza y antes de darme cuenta, unas manos firmes rodean mis hombros como si intentaran sostenerme. Levanto la vista al instante y saco uno de mis audífonos, frunciendo el ceño ante lo inesperado.
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El Chico Del Balcón
RomansaCuando Elías se muda a una nueva ciudad, lo último que imagina es que un simple balcón se convertirá en su refugio. Sin embargo, todo cambia al conocer a su vecina, clarisse , cuya lengua afilada y sarcasmo mordaz logran arrancarle sonrisas incluso...