(Seredipity — Jimin)
Elías
Una vez que subimos al auto, decido buscar un restaurante francés en Nueva York. Después de unos minutos de conducción, encuentro uno que he escuchado muy bien: Le Relais de Venise . La idea de saborear auténtica cocina francesa me emociona.
Cuando llegamos, bajamos del auto y veo a Clarisse; se ve bastante cómoda, con una sonrisa que ilumina su rostro. Tomo su mano suavemente y juntos nos dirigimos hacia la entrada del restaurante. El ambiente es encantador, con luces tenues y un aroma delicioso que emana de la cocina.
Al entrar, el camarero nos recibe con amabilidad y nos conduce a una mesa acogedora en un rincón. Una vez sentados, tomamos el menú y Clarisse lo mira con curiosidad, sus ojos brillando ante las distintas opciones.
— Te voy a llevar un poco a mi cultura —digo, emocionado por compartir esta experiencia con ella.
— ¿Qué me recomiendas? —pregunta, mirando atentamente las opciones.
— Bueno, si quieres probar algo realmente tradicional, te sugiero que comiences con los "escargots de Bourgogne". Son caracoles preparados con mantequilla de ajo y perejil; son un verdadero manjar en la cultura francesa —respondo, notando cómo su curiosidad aumenta.
Clarisse frunce el ceño de manera juguetona, como si estuviera considerando la idea.
— ¿Caracoles? Eso suena... interesante. ¿Y qué hay del plato principal? —pregunta, mientras pasa las páginas del menú.
— Para el plato principal, definitivamente deberías probar el "coq au vin". Es pollo cocinado lentamente en vino tinto con champiñones y cebollas; es uno de esos platos que te hacen sentir como si estuvieras en una cena familiar en Francia .
Ella asiente lentamente, como si estuviera imaginando cada bocado.
— Me encanta la idea de probar algo auténtico.
— Y para acompañar, podríamos pedir una botella de vino tinto. Tal vez un Bordeaux para complementar los sabores —sugiero.
El camarero se acerca para tomar nuestra orden y mientras yo le explico a Clarisse los detalles de los platos elegidos, ella parece cada vez más intrigada y lista para dejarse llevar por esta aventura culinaria.
El camarero se aleja y, tras unos minutos, regresa con una botella de vino en la mano. Sirve un poco en nuestras copas con un gesto elegante y, al terminar, deja la botella en la mesa antes de marcharse. Ella me observa con grandes ojos curiosos, llenos de intriga y expectación, como si quisiera descubrir todos los secretos que se esconden detrás de mi mirada.
— Y entonces, ¿me vas a contar un poco más de ti? —me dice, y yo asiento con entusiasmo.
— Claro, te cuento un poco más de Francia —respondo, sintiendo que es el momento perfecto para compartir algo especial sobre mi familia—. Mi madre es una gran cocinera; siempre está experimentando con recetas tradicionales. Crecí rodeado de aromas deliciosos: desde el pan recién horneado hasta los guisos que llenan la casa de calidez. Aprendí a apreciar la buena comida desde pequeño, y cada plato tiene una historia que contar. Mi padre, en cambio, es un apasionado del arte; siempre nos lleva a museos y exposiciones. Me enseñó a ver la belleza en las pequeñas cosas, en cada pincelada y en cada escultura. Eso me ayudó a entender no solo la cultura francesa, sino también el valor del arte en nuestras vidas. Recuerdo que siempre decía: "El arte es la forma de expresar lo que las palabras no pueden decir".
Clarisse escucha atentamente, asintiendo mientras bebo un sorbo de vino. Su atención me hace sentir valorado y conectado.
— Y tengo una hermana menor, Elanor. Tiene 18 años y es muy creativa. Siempre está dibujando o escribiendo historias. A veces me sorprende con sus obras; tiene un talento increíble que va más allá de su edad. Sus dibujos tienen vida propia, y sus historias son como pequeños mundos donde puedo perderme.
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El Chico Del Balcón
RomansaCuando Elías se muda a una nueva ciudad, lo último que imagina es que un simple balcón se convertirá en su refugio. Sin embargo, todo cambia al conocer a su vecina, clarisse , cuya lengua afilada y sarcasmo mordaz logran arrancarle sonrisas incluso...