Capitulo 11

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Clar

Haber tenido una conversación realmente significativa, o más bien, mucho más que significativa, en el balcón con el idiota de ojos verdes me hizo darme cuenta de dos cosas. Primero, cuando está triste o desanimado, su lenguaje corporal cambia drásticamente; incluso su tono de voz se vuelve más bajo y el brillo en su mirada parece desvanecerse. Es como si una sombra lo cubriera. En segundo lugar, ambos compartimos un miedo profundo a enamorarnos. Sus palabras resonaron en mí de una manera inesperada, porque, ¿quién diría que Elías podría ser tan sabio en temas del amor? Aunque por lo que entendí, no tiene novia.

Desde aquel día han pasado dos días desde lo que ocurrió, y Astrid no ha dejado de zarandearme para saber más sobre Elías: cómo lo conocí y qué me hizo hablar con él. Mi amiga es una intensa de mil demonios, así que terminé contándole todo. Ahora sabe que tenemos al profesor como vecino, lo cual le ha emocionado aún más debido a todas las interacciones que le he compartido. No para de decir que esto es un clásico "enemies to lovers", a lo que yo le respondí con una risa que mi vida no es exactamente una historia con ese tipo de clichés. Más bien, es más parecida a una comedia trágica llena de giros inesperados y situaciones absurdas. Pero Astrid solo se rió y me dijo:

—Siempre terminas en situaciones dramáticas. Eres como la protagonista de mi telenovela favorita.

—No sé si me gusta ser la protagonista de tu novela... —dije con un suspiro—. Pero sí, ahora estoy aquí, como un libro abierto para ti.

Astrid sonrió, iluminando la habitación con su entusiasmo.

—Exacto. Y ahora estoy como una fan esperando que se actualice su libro favorito. ¡Cuéntame más! ¿Qué pasará en el próximo capítulo?

—No tengo idea... —respondí encogiéndome de hombros—. Con mi suerte, posiblemente me salga un cocodrilo cuando me vaya a duchar.

Ella dio un salto en su silla.

—No seas dramática, pero ¡prométeme que me mantendrás al tanto! —hizo un puchero; de verdad Astrid estaba tan entusiasmada que no entiendo el porqué.

—No esperes demasiado drama... al final solo es el vecino y nuestro profesor y ya.

—¡Oh, cariño! El drama es lo que hace que esta historia sea interesante. Si tu vecino y tu profesor...

Rodé mis ojos. El reloj marcaba las 3 de la tarde; estaba esperando a que Yenni y Ally vinieran. Ellas son mis otras dos mejores amigas, mayores que yo por unos años. Lo cierto es que ellas y Astrid me tratan como a una hermana menor, y de cierto modo siento bonito, porque yo soy hermana mayor y, toda mi vida, se me exigió ser perfecta. A menudo me pregunto: ¿por qué nadie habla de los hermanos mayores y la carga emocional que llevamos?

Ser hermana mayor implica asumir un rol lleno de responsabilidades desde una edad temprana. Desde el momento en que nació mi hermano, parecía que el mundo esperaba que yo fuera un modelo a seguir. Las expectativas son constantes: se espera que siempre tenga buenas calificaciones, que nunca cometa errores y que cuide de los demás mientras oculto mis propias vulnerabilidades. La presión para ser un ejemplo puede ser abrumadora. A veces siento que mi valor se mide en función de lo bien que desempeño cada tarea y enfrento cada desafío.

Además, hay una carga emocional difícil de llevar. Se espera que sea fuerte cuando los demás no lo son, que mantenga la calma mientras todos a mi alrededor caen en la desesperación o el desánimo. Me han enseñado a ser el pilar de la familia, alguien en quien los demás pueden apoyarse sin dudarlo. Pero, ¿quién se preocupa por mí? ¿Quién me pregunta si estoy bien? A menudo me encuentro lidiando con mis propios problemas en silencio, sintiendo que no tengo derecho a expresar mis inseguridades o miedos porque debo ser esa figura inquebrantable.

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