—Llevas tumbada en el sofá hace media hora. ¿Sucede algo? —la voz de Astrid me arrastra de nuevo a la realidad, como un ancla en medio de un mar de pensamientos.
—Todo bien —respondo, levantándome de golpe, tratando de parecer despreocupada, aunque mi corazón late más rápido.
—Umh… ¿Qué tal todo con Elías? —pregunta ella, con esa mirada curiosa que tiene cuando ya sabe más de lo que dice.
—¿Elías? ¿Qué Elías? —mi voz se escapa por un hilo, como si intentara ocultar algo que ya es obvio.
—Vamos, no me engañas. He visto esas miradas que se lanzan. No puedes ocultarlo —insiste, y su tono juguetón me hace sentir aún más expuesta.
Siento que el estómago se me revuelve al escuchar eso, y las palabras de Amanda resuenan en mi mente: "Eres un capricho. Está aquí porque huye de Francia". Esa idea me atormenta. ¿Realmente soy solo un capricho para Elías?
—No pasa nada —digo, intentando desviar la conversación—. Bueno, creo que me voy a dormir.
—¿Espera? ¿No vas a cenar? —pregunta Astrid, frunciendo el ceño con preocupación.
—No, no tengo hambre —miento, aunque en realidad mi estómago está enredado en una mezcla de nervios y ansiedad.
—Pero debes comer algo. No puedes dejar pasar la cena así como así —ella insiste con un tono casi maternal.
—Mañana desayuno algo —digo, levantando la mano como si fuera a poner fin a la conversación.
Astrid me observa durante un momento, evaluando si debo quedarme o irme. Finalmente, su expresión se suaviza.
—Está bien, pero prométeme que no te encerrarás en ti misma. Hablar sobre lo que sientes puede ser más liberador de lo que piensas.
Sus palabras resuenan en mi mente mientras me dirijo a mi habitación. Ahora mismo solo quiero escapar de esta conversación y del caos emocional que me provoca.
Al cerrar la puerta tras de mí, dejo escapar un suspiro profundo. Necesito tiempo para pensar, para procesar todo lo que está sucediendo entre él y yo. La idea de hablar con Elías me abruma; tal vez sea mejor simplemente dejarlo estar por ahora... o quizás no.
Dije que no me iba a dejar afectar por lo que Amanda me dijo, pero en mi cabeza resuena una y otra vez el hecho de que Elías está aquí porque sufrió un engaño. Está aquí porque estuvo comprometido... Dios, eso aún lo sigo digiriendo. Me hubiera gustado que él me lo dijera directamente, no ella.
Ahora estoy aquí, dando vueltas en mi cama, sintiendo cómo la ansiedad se apodera de mí. La oscuridad de la habitación parece amplificar mis pensamientos, y cada vez que cierro los ojos, la imagen de Elías comprometido se repite en mi mente como un eco. ¿Por qué no me lo contó? ¿Acaso no confía en mí lo suficiente? ..Bueno quizás es por que apenas y estamos saliendo.
Me levanto y me asomo por la ventana. La luna brilla intensamente en el cielo nocturno, iluminando las calles vacías. Quisiera poder salir y despejar mi mente, pero el peso de sus palabras me mantiene atrapado aquí. Siento como si la incertidumbre se estuviera apoderando de cada rincón de mi ser.
Me dejo caer sobre la cama otra vez, mirando al techo mientras trato de calmarme. Pienso en lo que Amanda dijo: "Él solo está aquí porque no pudo seguir adelante". ¿Es eso cierto? Tal vez solo soy un refugio temporal para él, un escape de su pasado. Pero yo quiero ser más que eso; quiero ser alguien en quien pueda confiar plenamente.
Elías
Había sido un día extraño. Ayer, cuando salí al balcón, noté que Clar no estaba. Al escribirle, me respondió que tenía que terminar unas cosas de la universidad. Lo respeté; sus deberes son lo primero. Sin embargo, una inquietud se instaló en mi pecho, como si algo no estuviera bien. Decidí dejarlo pasar y me despedí con un "buenas noches". Ella respondió de la misma manera, pero la sensación de desasosiego persistía.
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El Chico Del Balcón
RomansaCuando Elías se muda a una nueva ciudad, lo último que imagina es que un simple balcón se convertirá en su refugio. Sin embargo, todo cambia al conocer a su vecina, clarisse , cuya lengua afilada y sarcasmo mordaz logran arrancarle sonrisas incluso...