Capítulo 28. Donde soy feliz

4.7K 207 3
                                    

Hola chicas!!! muchísimas gracias por vuestros comentarios, espero que hayais pasado una estupenda semana santa, y hoy subo dos capítulos ;)

Pvo. Ronald Weasley

Los médicos comenzaron a entrar a la habitación. Yo me giré, y con lágrimas en los ojos vi como intentaban reanimarla. Le ponían unos aparatos en el pecho que parecía que soltaban descargas eléctricas. Yo estaba ahí, parado en la puerta mientras lloraba. Los señores Parris intentaban entrar para ver qué sucedía, sentí como me convertía en un mueble más, uno roto y desvencijado que nadie necesitaba, ni siquiera yo mismo me necesitaba.

El médico que se encargaba de atender a Deyanira dejó las placas de metal en una mesa y los de su alrededor dejaron lo que estaban haciendo. El doctor se giró y me vio, me puso una mano en el hombro como consuelo y salió de al habitación dejando la puerta abierta. Ya no se escuchaba el pitido de las máquinas, solo había silencio. Yo ya lo sabía, pero al escuchar lo que les dijo el doctor a los señores Parris, me quedó todo claro.

-Ha fallecido… lo siento.

Su piel morena, sus bellos ojos oscuros, sus bonitos labios con color melocotón ahora sin rubor alguno. Su bella sonrisa que alumbraba mi día. Ya nunca más volvería a verlos. Se había ido para no volver jamás. No fui capaz de acercarme a su lecho de muerte. Salí de la habitación. Los señores Parris estaban llorando. La madre tirada en el suelo, desconsolada pro la pérdida de su hija menor, su padre apoyado en una pared, intentando ser fuerte pro el bien de todos.

No pude soportarlo, les lancé a ambos una mirada de arrepentimiento y salí del hospital. Caminé por el Londres muggle en ese día nublado, sin importarme que la gente me mirase por estar llorando en mita de la calle. No quería volver al colegio. ¿Cómo iba a mirar a la cara a la gente después de esto? ¿Cómo podía volver con esta culpa en mi interior? No quería.

Anduve sin rumbo alguno durante horas. Me adentré en un callejón para desaparecer y volver a aparecer en un lugar donde había una mujer que me reconfortaba y me ayudaba. El césped rozó con mis pantalones y mis pasos arrastrados apenas se escuchaban. Estaba cansado y me lo merecía. Las luces estaban encendidas en La Madriguera, mi hogar. Entré por al parte de la cocina, y me encontré con mamá, papá, Fred y George cenando. Todos me miraron muy extrañados. 

-Mama…-dije con voz ronca.

Ella se levantó de al silla de inmediato.

-¡Hijo mío!-me abrazó-¿Qué haces aquí? ¡Oh Merlín! Estás empapado, cariño. – Ni cuenta me había dado de que estaba lloviendo mientras caminaba. No podía pensar en nada que no fuese su muerte.

Aferré a mi madre en un abrazo y me refugié entre sus brazos. Todos habían dejad de comer y estaban expectantes por saber qué había sucedido, pero yo no podía hablar ahora de ello. Sentía un vacío si igual en el corazón, como que me habían sacado una de las partes más importantes del mismo. Mi madre me llevó a mi habitación, con un movimiento de varita me secó la ropa y no dejó de abrazarme.

-Mamá-dije-ha… ha muerto… mamá… ella ya no… está.


-¿Te refieres a Deyanira?-preguntó mi madre, yo asentí con la cabeza.


-Oh Merlín… pobre chica… lo siento de veras hijo mío-se quedó callada durante un momento y luego volvió a hablar-no hace falta que vayas a Hogwarts por este fin de semana si no quieres. Avisaré a Albus por lechuza... ahora descansa cogerás un constipado.-Mi madre se levantó y me dio un beso en la frente.

Me acosté en mi cama y allí lloré como nunca había llorado en toda mi vida. Mi novia se acababa de ir, y las últimas palabras que le había dicho habían sido “vuelve pronto”, y ella a mi “lo haré”. No cumplió su promesa, ya nunca volvería a mi lado, jamás volvería aver a Deyanira Parris. Había muerto por sobredosis de drogas sabiendo que le había pedido que lo dejase, me engañó. Pero a pesar de eso yo la amé, la amo y la amaré. Si, soy un tonto, un imbécil o un gilipollas, hasta las tres cosas juntas. Pero el primer amor no se olvida así como así.


Pvo. Hermione Granger

El lunes por al tarde, Draco quería ir a dar un paseo por el lago. Yo fui con él, pero lo que no me esperaba era verle aparecer con la escoba a cuestas. Me había puesto unos leggins negros, camiseta de hombro caído blanca y sandalias bajas blancas también. Me recogí el cabello en una coleta mal hecha y me lo puse a un lado de los hombros.

SoberbiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora