30. Adiós Cristian.

235 1 0
                                    

La primera gran crisis de identidad de Cristian llegó cuando su hermana lo descubrió disfrazado de mujer... mientras le chupaba la verga a Ernesto.

Rebeca se quedó paralizada, había entrado (sin golpear) al cuarto de su hermano, porque necesitaba pedirle un favor, y se encontró con... ¿ella misma? A su cerebro le costó interpretar que esa chica que parecía su gemela en realidad era Cristian, con peluca, maquillaje y minifalda tableada.

Cristian también se quedó inmóvil, mirando a su hermana, aún con la pija erecta dentro de su boca. Ernesto fue el primero en hablar:

—Emmm... podemos explicarlo.

—Salí —le respondió Rebeca—. Quiero hablar con mi hermano.

Ernesto no discutió. Este no era su problema. No tenía nada que hacer aquí. Asintió con la cabeza, guardó su verga y salió de la habitación.

Cristian se puso de pie y se tambaleó por los nervios, comenzó a tartamudear, intentando encontrar palabras para justificar su extraño comportamiento. Para su sorpresa, Rebeca se le acercó y lo abrazó. Fue el abrazo más fuerte y cálido que recibió de su hermana en toda su vida. Ese gesto mudo lo conmovió. Rebeca le estaba demostrando que lo apoyaba, que lo aceptaba tal y como es. Cristian sintió que todos esos años de conflictos con su hermana ya no tenían sentido. Siempre la apreció y durante un tiempo hasta llegó a considerarla su mejor amiga. Se distanciaron solo por absurdas disputas entre ellos que, con los años fueron haciendo mella en su relación.

Cristian le devolvió el abrazo.

Cuando se separaron, él vio que Rebeca estaba lagrimeando.

—¿Qué te pasa? —Preguntó Cristian—. ¿Estás bien?

—Sí, sí... es que... siempre quise tener una hermana. No sabía que... hacías esto.

—Si te molesta lo que hice con Ernesto, yo...

—No, eso no me molesta. Ya lo sabía. Él me lo contó. También sé que estuviste con Marcos. A ver, yo sabía que mi hermano era gay, pero... nunca me imaginé esto... —señaló ese atuendo—. ¿Esa pollera es mía?

—Puedo explicarlo...

—Ay, sonso, no hace falta que expliques nada. Te regalo toda la ropa que tengo si es necesario. Esto... me llena de alegría. No te das una idea de lo feliz que me pone verte así. ¿Hace cuánto que sos nena?

—¿Eh? No, no... esto... es solo un juego, yo...

—¿Estás seguro? ¿O debería decir... segura?

—Mmm... no, pará un poquito. Em... mejor vamos a sentarnos. Todo esto me está afectando mucho. —Se sentaron una al lado de la otra en el borde de la cama. Rebeca sonrió y tomó a su herman(a) de la mano—. Nunca me imaginé que te lo fueras a tomar de esta manera, es como si estuvieras más entusiasmada que yo.

—Es que... me da mucha ternura saber que tengo una hermana.

—No, pero... en serio, Rebeca... esto es... temporal. No lo hago todo el tiempo. Es solo... cuando estoy con Ernesto... o con Marcos. Sí, soy gay, lo admito. Pero de ahí a ser tu hermana... hay un largo trecho.

—Si solamente lo hacés cuando cogés con Ernesto y Marcos, entonces lo hacés bastante seguido. Ellos mismos me dijeron que te volviste un putito insaciable —soltó una risotada—. Y no te lo tomes a mal, lo digo en el buen sentido. Sé que esos dos se divierten con tu culo... y bueno, seguramente sabrás que conmigo hacen lo mismo. Al final... somos putas las dos —volvió a reírse. Cristian se sonrojó, pero al menos sonrió—. ¿Y esta hermana mía tiene nombre?

Intriga Lasciva - El Instituto.Where stories live. Discover now